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El Imparcial / Hermosillo / Coronavirus en Sonora

Recibe Juan Pablo otra oportunidad de vida; vence al coronavirus

Sus síntomas se manifestaron apenas 9 días después de haber sido operado de emergencia de piedras en el riñón y creyó que era una infección.

SEGUNDA PARTE

Agradecido con Dios por una oportunidad más de vida, así como con todos los médicos y enfermeros del Hotel Covid en Hermosillo, Juan Pablo Romero Martínez celebra el poder nuevamente abrazar a su esposa e hijos, después de vencer a la Covid-19 a sus 47 años.

Estoy realmente agradecido con todos los médicos y enfermeros que me atendieron. Ellos son los guerreros que se encuentran en la línea de batalla para lograr que nos quedemos aquí, Dios primero, pero luego son ellos”, expresó el hombre.

Juan Pablo, quien es pastor evangélico, contó que sus síntomas comenzaron a manifestarse el 24 de mayo, nueve días después de que fuera operado de urgencia por piedras en los riñones, lo que causó que confundiera la fiebre del virus con una infección en las vías urinarias.

Debido a esto, el hombre no buscó atención médica de inmediato y optó por tomar solamente los medicamentos que le recetó su urólogo para la recuperación postoperatoria.

No fue hasta que sufrió un desmayo en su casa, que se dio cuenta que algo no estaba bien y decidió buscar apoyo.

Al llegar al hospital, los médicos vieron la dificultad respiratoria que tenía y decidieron hacerle una radiografía de sus pulmones.

Al recibir los resultados le informaron al pastor que presentaba un cuadro de neumonía y probablemente era positivo a coronavirus, por lo que tuvo que quedarse en observación y con apoyo médico.

“Cuando me pasaron al pasillo Covid fue una experiencia muy impresionante. No me permitieron despedirme de mi esposa, llegaron médicos con los trajes puestos y me dijeron que debía quedarme en aislamiento. Fue algo que en serio me impactó”, expresó.

“Yo ya había estado en operaciones otras veces, me operaron de la vesícula, me quitaron un tumor cancerígeno en el colon y después tuvieron que reconectarlo, en todas esas ocasiones me entregué a Dios y no sentí miedo por eso, pero ahora al estar lejos de mi familia y ver cómo todos los que te atienden tiene que hacerlo con un traje especial, me bajó mucho el ánimo”, admitió.


QUINCE DÍAS SOLO

Después de una semana en el Hospital, Juan Pablo fue transferido al Hotel San Martín para que pudiera continuar su recuperación en aislamiento, ahí dedicó su tiempo a orar, hablar con Dios y pedirle por él y todos los enfermos.

Al principio, comentó, estaba desanimado porque pensó que iba a ser igual que estar en un hospital, pero al ver su habitación, poder estar cómodo, aislado y comenzar a recuperarse, su estado de ánimo comenzó a subir y poco a poco su salud también fue mejorando.

“Fueron quince días solo en el hotel, pero se sentía muy diferente a estar en el hospital. No tenía un suero conectado, podía tener mis cosas, me despertaba muy temprano y oraba a Dios que le diera paz a los enfermos que estábamos ahí, oraba por los doctores y enfermeros”.

El pasado 21 de junio, los médicos dieron el alta a Juan Pablo, siendo ese el mejor regalo del día del padre, ya que totalmente recuperado pudo de nueva cuenta abrazar a su familia.


Una héroe sin bata

En la lucha contra el Covid-19 también hay héroes sin bata, tal es el caso de María Fernanda Lara, una joven de 25 años que labora como personal de intendencia en el Hotel Gándara, y desde hace tres meses enfrenta a diario sus peores miedos para poder sacar a su hijo adelante.

“Yo tenía ya tres años aquí en el Hotel Gándara cuando comenzó la contingencia. Como cerró el hotel me quedé sin trabajo un tiempo y la verdad fue muy difícil porque tengo un niño de un año y medio”, contó.

“Cuando me llamaron para volver y me explicaron cómo sería, me dio miedo y me puse muy nerviosa. Me dijeron que a lo mejor ingresaban enfermos o puro personal médico, que tenían que alistar las habitaciones, pero que sería riesgoso”.

Aun así, el poder ofrecerle una mejor calidad de vida a su hijo la convenció de aceptar la propuesta, siendo ella la primera empleada de intendencia que regresó al hotel para apoyar en su funcionamiento.

“Es cierto que me da miedo por mi bebé, pero he aprendido a cuidarme. Uso careta, no me quito los guantes, de aquí me voy bañada a la casa, allá me quito los zapatos y a Fernando (su hijo) no le respiro cerquita para no arriesgarlo. Si da miedo, pero creo que todo está en uno”, manifestó.

Junto a sus otras dos compañeras a diario entra a todas las habitaciones para ofrecer el servicio de limpieza, contó, eso le ha dejado experiencias tanto alegres como amargas, pero también le ha permitido ser más empática con todo el personal médico que a diario lucha contra el virus, y que aun así son discriminados por la ciudadanía.

“Yo veo a diario a los doctores llegar cansados, tristes porque están aislados, y eso me conmueve mucho, por eso por lo menos intentamos aligerar un poco la carga con nuestro trabajo”.

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