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Diego, el violinista que hace de las calles de Hermosillo su escenario

Ante la suspensión de eventos por la pandemia, el joven músico tomó su instrumento y comenzó a tocar afuera de tiendas de conveniencia.

HERMOSILLO, Sonora.- A Diego le iba bien antes de la pandemia. No tenía trabajo fijo, pero estaba acostumbrado a vivir de la música, a tocar su violín y ganar dinero con ello. En su agenda había unos 26 eventos sociales, pero un día de marzo todo cambió.

Ahora, el joven violinista llega cada mañana a una tienda de conveniencia. Su ritual es sencillo: Coloca su estuche en el suelo, junto con el letrero “Sería un gusto su cooperación” y una bocina. Prepara el arco con la resina, se acomoda el violín al hombro y comienza, pone la pista de fondo y empieza a tocar.

“Siempre que toco la primera nota es cuando digo ‘Diego, ya empezaste’ y algo mágico pasa en mi interior y se me quitan todos los nervios de encima y lo disfruto. Muevo mis pies, mis piernas, todo se empieza a mover y eso es lo que me hace disfrutarlo”, expresa.

DE LAS BODAS A LAS CALLES

Diego Andrés Battaglia Barrón tiene 26 años de edad. Es comunicólogo de profesión, pero tiene un año desempleado. El violín, su acompañante desde hace más de una década, es su principal herramienta para obtener ingresos, incluso en tiempos de crisis.

Es parte del conjunto Soft Breeze Tres Sesenta, que toca en bodas, quinceañeras y eventos sociales en general. También es integrante del grupo de rock Gaia, un tributo a Mago de Oz. Y tiene un proyecto en solitario, Diego Battaglia Violín Experience.

“Desafortunadamente, de un día para otro, como todos lo sentimos en los diferentes sectores económicos, todo se nos vino para abajo”, señala, en referencia al momento en que todos los planes se vieron pospuestos o cancelados por la pandemia.

A finales de mayo, cuando llevaba más de dos meses sin ingresos y sin oportunidad de volver a tocar en eventos, Diego tomó su instrumento, se paró afuera de una tienda e hizo lo que mejor le sale: Tocar el violín y compartir su música.

El Imparcial: imagen de artículo

Así lleva ya algunos meses, entre días buenos, días malos y días mejores: Desde ser desalojado por policías, ganar 15 pesos en varias horas, hasta obtener 200 pesos donados por una sola persona.

“Me han querido robar, me han querido asaltar, y a veces pienso en dejarlo, pero siempre hay una chispa dentro de mí que me dice ‘Diego, tienes que seguir haciéndolo’”, señala el joven.

"MÚSICA ES MÚSICA"

En estos meses, no ha faltado la pregunta de si siente vergüenza por tocar en las calles, y él tiene una sola respuesta: “La música es la música y siempre tiene un lugar en cualquier espacio de nuestras vidas”.

Diego afirma que no le importa si un día tiene la oportunidad de tocar en un gran escenario como Bellas Artes y al siguiente lo hace en una plaza pública, porque la sensación al interpretar sus notas no depende de cuánta gente esté escuchando.

Yo estoy disfrutando y la gente está disfrutando. Y no me da vergüenza, vergüenza me daría ser un delincuente, vergüenza me daría estar robando, estar haciendo cosas ilegales”, añade.

De hecho, fue gracias a que se animó a tocar afuera de las tiendas que recibió una oportunidad y ahora también toca dos veces por semana en una taquería. Y con la reapertura de más actividades, confía en que el mercado para los músicos poco a poco empezará a recuperarse.

Pero mientras eso sucede, dice que seguirá tocando sin importar el escenario, el público, ni siquiera el género, porque aunque tiene sus gustos personales, al final de lo que se trata es de compartir la música.

“Puedes tocar mariachi y sientes el sabor de la música de mariachi, puedes tocar rock y sientes esa euforia, puedes tocar baladas románticas y sientes el drama”, asegura, “son diferentes cositas que como músico vas sintiendo. No importa el género, lo que importa es tocar”.

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