Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Sonora

¿Separar el poder económico del poder político en Sonora?

La propuesta más sugerente y de mayor calado que he escuchado en la incipiente campaña electoral para la gubernatura del Estado es la que presenta Alfonso Durazo de “separar el poder económico del poder político”.

La propuesta más sugerente y de mayor calado que he escuchado en la incipiente campaña electoral para la gubernatura del Estado es la que presenta Alfonso Durazo de “separar el poder económico del poder político”. Esta propuesta la ha venido haciendo en diversos foros y la confirma en el prólogo del libro Sonora 2021: Propuestas para su transformación. Ahí señala que su objetivo es “recuperar el Gobierno -hoy al servicio de un grupo de poder político y económico hegemónico- para ponerlo al servicio de la gente” (pág. 14).

La propuesta es sugerente y merece un mayor análisis y deliberación. Por lo pronto, aquí repaso un poco de historia.

La relación existe desde hace mucho

Habrá que comenzar por señalar que en la región la unión entre el Gobierno y el poder económico local no se inició en 1990, hace 30 años, sino que ha existido cuando menos desde los años treinta del siglo XX.

Varios de los grandes comercios del estado surgieron a raíz de la campaña antichina que culminó en 1931 con la expulsión de los chinos y la quiebra del Banco de Sonora. En ese entonces los gobiernos callistas participaron activamente con comités y leyes hostiles a los asiáticos y fueron agentes en la transferencia de gran cantidad de negocios de hacia personas cercanas al Gobierno. Fue ahí cuando surgieron negocios como las tiendas Zaragoza y Mazón en el Sur y Norte del Estado, entre muchas otras pequeñas industrias, panaderías y pequeños talleres que cambiaron de dueños y fueron a parar, por supuesto, a los favorecidos del Gobierno del Estado.

Pero el verdadero despegue del poder económico se dio un poco más adelante con el Gobierno estatal de Abelardo L. Rodríguez y la construcción de las grandes presas del Estado. En este época tanto el Gobierno federal como el estatal favorecieron la conformación de una gran clase de agricultores y de empresarios (los agrotitanes), entre los cuales destacaban los descendientes de la familia revolucionaria. En las inversiones que realizaba el Gobierno no se ocultaba incluso el nexo entre ambos poderes. Abelardo Rodríguez fue el gran constructor tanto de la presa como del Museo Biblioteca y lo hizo con cemento de la empresa de la cual él mismo era accionista. Para rematar su sucesor, Ignacio Soto, era otro de los dueños de la empresa cementera. Es en esta época cuando se forjó una estrecha unión y cooperación entre el poder económico y el poder político sobre todo en los ramos agrícola y ganadero. Ya desde entonces se estableció firmemente el intercambio de empresarios a gobernantes de ida y de regreso.

Unos años después, la competencia de los grupos de poder económico del Sur y del Norte del Estado que se dio en 1967 con motivo de la campaña para Gobernador en la que fue impuesto por la fuerza Faustino Félix tuvo mucho que ver con la lucha de los grupos económicos por el control del poder estatal. No podemos decir que en esa época había separación entre ambos poderes. Por cierto, Faustino Félix era originalmente un empresario del transporte.

La vinculación que inició hace 30 años

La unión entre poder económico y poder político a que se refiere Durazo es la que fraguó en el Gobierno de Manlio Beltrones (1991-1997) y los negocios emprendidos por sus socios empresarios. La hegemonía política y económica en el Estado del ahora ex Gobernador se ha sostenido en casi todos los sexenios posteriores, incluso el de Guillermo Padrés. Este sexenio de Claudia Pavlovich no ha sido la excepción sino que al contrario la vinculación parece haberse recrudecido.

Durante este periodo se ha consolidado la perspectiva de que hay una estrecha vinculación entre las inversiones y apoyos estatales y las de los empresarios cercanos al Gobierno estatal; que es la causante de que el Estado haya dejado de ser competitivo.

Preguntas: ¿Es creíble esa separación con el sólo cambio de Gobierno? ¿Se van a tocar los intereses del grupo económico afectado o no? ¿El grupo desplazado va a quedarse con los brazos cruzados? ¿No va a resultar más bien en una negociación entre ambos poderes? La propuesta de Durazo ¿es para impulsar a su nuevo grupo?

Nicolás Pineda

En esta nota