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La UNAM responde

Me parece muy apropiado reproducir y razonar sobre algunos fragmentos del texto del citado Boletín 897

Ayer viernes 22 de octubre a las 13:50 horas la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) expresó, a través de su Dirección General de Comunicación Social, concretamente en su Boletín 897, lo que tácitamente se tiene como un mensaje dirigido a la Nación en respuesta a las palabras pronunciadas en su contra por el Presidente de la República en su “mañanera” sostenida antier y que el mandatario reforzó nuevamente en su “mañanera” de ayer, pero en esa ocasión haciéndolo extensivo a “todas las universidades” del País, puesto que “fueron sometidas por el pensamiento neoliberal”.

Se quejó de que muchos profesionistas egresados de la UNAM, por ejemplo abogados, no trabajen para el Gobierno sino que estén en despachos privados. Aludió también a economistas por el mismo motivo y los acusó de haber perdido la “emoción social”.

Por lo pronto la UNAM, como decía arriba, ya respondió y lo hizo por su medio de comunicación habitual y en un texto breve, claro y respetuoso de la misma comunidad universitaria como del pueblo en general y además -sin tener que mencionarlo allí- con el debido respeto a la pluralidad de posiciones de pensamiento que hacen del pueblo mexicano un mosaico de expresiones y visiones.

Me parece muy apropiado reproducir y razonar sobre algunos fragmentos del texto del citado Boletín 897: “La Universidad Nacional Autónoma de México ha sido siempre respetuosa de las distintas ideologías, corrientes del pensamiento, posiciones políticas y opiniones expresadas por integrantes de su comunidad, de sus egresados o por cualquier persona. Todas estas manifestaciones son parte de las libertades y del espíritu crítico que se cultiva en los espacios universitarios y que tienen soporte en la autonomía y la democracia”.

Haber dicho otra cosa hubiese sido manifestarse como una entidad académica monolítica, con una sola ventana en el espíritu -precisamente en ese espíritu por el que hablará su raza, según su propio lema-. Este mismo fragmento alude a una de las razones más distintivas de la UNAM, su autonomía, que será legítima mientras precisamente a través de ella dé cabida libre a las más diversas y hasta enfrentadas expresiones.

No quisiéramos imaginar una UNAM dedicada o utilizada para actuar de vector en la transmisión y siembra de las ideas, pensamientos y criterios de un Gobierno, de un grupo o de un solo individuo. Qué bien que el boletín destaca explícitamente la autonomía, porque ésta es indispensable para sustraerse a los dictados unidireccionales de quien sea.

Más adelante la UNAM menciona a sus “millones de profesionistas formados con responsabilidad social mediante planes y programas de estudio que son actualizados por órganos colegiados internos, en donde convergen y se enriquecen la pluralidad de voces y la diversidad ideológica”.

Al respecto basta con escuchar a sus académicos o leer miles y miles de sus publicaciones actuales, recientes y pasadas y también a sus egresados de todos los tiempos para constatar cómo siempre encontraremos opiniones y posiciones que se encuentran en las antípodas.

El breve texto termina diciendo que “en la Universidad se privilegia siempre la libertad de cátedra, una de nuestras mayores fortalezas, para formar ciudadanos íntegros, de pensamiento independiente, sin ideologías impuestas y comprometidos con la búsqueda de un País más justo, libre y con menor desigualdad. Así es y así ha servido a México, la Universidad de la Nación”.

No veo ni comparto lo que algunos dicen por allí, que lo que está ocurriendo desde el vecindario del Zócalo capitalino nos recuerde forzosamente una revolución cultural estilo Mao, pero respeto esa opinión. Tampoco comparto que la emoción social sólo pueda percibirse en los que trabajan en el Gobierno, cualquiera que sea éste, porque verlo así supondría ignorar que la emoción y la pasión por los demás se desvanecen en quienes trabajan en labores independientes o en tareas no gubernamentales; nada más falso.

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