El perdón a los yaquis: Tarde, pero necesario
Los actos de memoria y perdón han ganado tanta relevancia que incluso el papa Francisco pidió la semana pasada perdón a México por los excesos cometidos por la Iglesia Católica
La agenda política sonorense estará marcada esta semana por la visita del presidente López Obrador para encabezar en Guaymas el acto “Justicia al Pueblo Yaqui: Petición de Perdón por Agravios a los Pueblos Originarios” como parte del proceso de reconciliación con pueblos y comunidades en el contexto nacional de recuperación de la memoria histórica. Junto a los Pueblos Maya y la Comunidad China, este reclamo atendido ayudará a cicatrizar heridas del pasado. El perdón llega tarde, pero llega al fin.
Los consensos sociales evolucionan sin que apenas sea percibido. Uno de ellos, acaso de los más sigilosos, es el de la memoria histórica. Lo hemos visto ya en varias ciudades del mundo cuando las manifestaciones populares ponen la mira en los monumentos de quienes ante los ojos de los oprimidos representan la fuente original de un agravio secular. La política identitaria ha llegado a sacudir los símbolos que cimentan en aparente inocuidad las injusticias sociales que normalizamos para beneplácito de la visión de los vencedores, desde Cristóbal Colón hasta los Padres Fundadores de los EU (poseedores casi todos de esclavos). Ahora, los vejados son cada vez más conscientes de las cadenas invisibles que postergan su plena liberación.
Uno de los mayores escollos para zanjar injurias históricas es el olvido. Frente a esta amenaza latente, las naciones han optado entre otras medidas por construir espacios para combatir la desmemoria, como el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos (Santiago, Chile), dedicado a avivar la llama de indignación provocada por la dictadura. Asimismo, el Museo del Apartheid (Sudáfrica) o el Yad Vashem para el Holocausto (Israel) buscan profundizar en la comprensión pública de la lucha por sobrevivir en mundos hostiles.
Los actos de memoria y perdón han ganado tanta relevancia que incluso el papa Francisco pidió la semana pasada perdón a México por los excesos cometidos por la Iglesia Católica: "Para fortalecer las raíces es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta, tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del País. Esa mirada retrospectiva incluye necesariamente un proceso de purificación de la memoria, es decir, reconocer los errores cometidos en el pasado que han sido muy dolorosos. Por eso, en diversas ocasiones, tanto mis antecesores como yo mismo hemos pedido perdón por los pecados sociales y todas las acciones y omisiones que no contribuyeron a la evangelización”.
Gran parte de los agravios de la Iglesia, del Estado y de los oligarcas en turno fueron cometidos contra los pueblos originarios. Es evidente que arrastrar años de vejaciones tiene a los primeros pobladores de México y Sonora en condiciones materiales y de bienestar lastimosas, incluyendo la presencia de lengüicidios que emanan de la soberbia de un proyecto de nación anterior excluyente de las lenguas y culturas que ocupaban originalmente nuestro territorio.
El acto de perdón al Pueblo Yaqui puede marcar el inicio del cese de hostilidades hacia las comunidades. Frente a la escalada de inseguridad que atraviesa el Sur del Estado, la inacción de la administración estatal anterior fue aberrante. Ahora se abre una ventana de oportunidad para un periodo de paz y reconciliación que deberá ser acompañado por política pública de reparación y resarcimiento. De momento, celebremos el giro discursivo: Primer paso para lograr una sociedad más justa y un Sonora más humano. Enhorabuena.
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