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El gobierno de los simbolismos

Hace años que Andrés Manuel López Obrador detectó la debilidad de los mexicanos.

Hace años que Andrés Manuel López Obrador detectó la debilidad de los mexicanos. Se dio cuenta que vivía en un país donde los simbolismos, los pretextos, “solucionan” cualquier problema. Perfeccionó la técnica y, gracias a ello, llegó a la Presidencia. El problema es que estando en el poder no evolucionó, en lugar de diseñar estrategias efectivas ante cada problema sigue recurriendo a lo mismo de siempre. En lugar de reconocer los errores o retos se mantiene atorado en su mundo simbólico.

Desde que era jefe de gobierno del entonces Distrito Federal mandaba sus mensajes efectistas. Nunca planteó soluciones reales, todo eran frases directas al corazón de su clientela. Después de dos intentos fallidos se dio cuenta que bajo el amparo del “sol azteca” no llegaría a la meta, porque ese símbolo era demasiado centralista (chilango). No dudó en abandonar al PRD y crear su propio partido. El nombre fue cuidadosamente escogido: Morena, en clara referencia al personaje más amado por los mexicanos, el fin justifica los medios. Necesitaba el estandarte de la Virgen de Guadalupe para su “independencia” y no tuvo el menor empacho en tomarlo, de esa manera llegaba a las entrañas de cada familia del País.

Estaba todo listo para vender “la esperanza de México”, pero faltaba el rival, el molino de viento amenazante al que este Quijote iba a enfrentar. Y encontró al némesis ideal: La Mafia del Poder. ¿Hay algo que atemorice más a los mexicanos que la mafia? Era la solución perfecta, porque cuando le puso cara y nombre no había funcionado. Hacer a Carlos Salinas el gran villano, el “innombrable”, no alcanzó para darle los votos necesarios. Transitar hacia una Mafia le vino como anillo al dedo. De esa forma los mexicanos le pondríamos la identidad que nos pegara la gana y el héroe (Andrés Manuel) iba a aniquilarlo. El problema es que nunca diseñó una estrategia para usar en caso de que ganara, por eso no pudo pasar de la 4T y mañaneras.

Ahora encabeza un gobierno sin rumbo, sin idea, sin estrategia y, en lugar de proyectos efectivos de futuro, sigue queriendo arreglar todo con sus simbolismos. Por eso la sensación del “atole con el dedo”.

Era necesario “acabar” con los excesos. Fácil, cerró Los Pinos y se fue a Palacio Nacional. Vino el reto del estancamiento económico, hizo como que rifaba el avión presidencial, dio dinero y vendió la idea de que apoyaba la economía familiar. Ah, y de paso cambió el nombre de una secretaría para ponerle: Devolver al Pueblo lo Robado. Genial.

El PIB va en picada. ¿Reforzamos a las empresas?, ¿damos incentivos fiscales?, ¿atraemos inversión extranjera? Claro que no, vamos a decir que a partir de hoy se acaba el PIB y ahora vamos a medir la felicidad, el bienestar.

Como sabe que no podrá atrapar a los peces gordos de la corrupción organizó una consulta pública para “enjuiciar” expresidentes. No hay sustento legal, pero el pueblo será feliz porque castigará en un papelito a esos malditos. Filtraron lo que “dijo” Lozoya, aunque no prueba nada, pero la gente cree que están luchando contra la madre de todos nuestros males.

Llega la pandemia y el pueblo podría ver que es un ser humano normal, así que la estrategia fue negarla, decir que tiene la fuerza moral y, cuando ya no podía más, sacó un relicario (otra vez la Guadalupana al rescate), un trébol de cuatro hojas para los ateos y un billete de dólar para los “paisanos”. ¿El resultado? Ya pasamos de 118 mil muertos y contando. Las vacunas no llegan pero hicieron un simulacro, seguramente para que los trabajadores de la salud aprendan a inyectar o que el pueblo bueno y sabio sepa que el piquete duele.

La violencia sigue escalando. Su Secretario de Seguridad Pública fue un fracaso, con su punto máximo con el ridículo de Culiacán cuando no pudieron con el Ovidio. Eso sí, hicieron un memorial para que el pueblo sea feliz ante el caso más sonado: el de los LeBarón (cuyo apellido extrañamente está ausente de la placa). Ahora le van a pedir memoriales por todo el país, porque no hay “justicia” para los morenitos de apellido común y corriente.

Es el drama de México. Tenemos una clase gobernante que no sabe gobernar, pero entiende muy bien de simbolismos y manipulación. Lo entienden tan bien que hasta el Penacho de Moctezuma quieren traer de regreso.

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