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Cerro de la Campana

Fue el presidente Andrés Manuel López Obrador quien confirmó ayer en su conferencia matutina que sí se había hecho el ataque informático a la Secretaría de la Defensa Nacional.

El hackeo a la Sedena no sólo puso al descubierto los archivos sobre asuntos de alto interés nacional: También mostró la vulnerabilidad de los sistemas de ciberseguridad de esa institución y encendió las alarmas por el riesgo que tienen otras instituciones del Estado mexicano.

Fue el presidente Andrés Manuel López Obrador quien confirmó ayer en su conferencia matutina que sí se había hecho el ataque informático a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y señaló que era cierto que está enfermo y tuvo riesgo de infarto, lo que fue revelado al ventilarse una pequeñísima parte de los seis terabytes de documentos hackeados.

La respuesta con la canción de Chico Che no hizo gracia a muchos, sobre todo a los especialistas en ciberseguridad, que en diversos espacios explicaron que ese ataque cibernético muestra la falta de controles necesarios, la ausencia de una estrategia nacional de seguridad, incluido lo digital, y de eso hay evidencia de los ataques en Pemex, Economía, SAT, Issste y diversos organismos.

Lo sucedido no es una sorpresa para quienes conocen de la materia, pues indican que habían advertido de la necesidad de ver la ciberseguridad como una prioridad; el estado de salud del Presidente no es lo más grave de la fuga de información, sino lo que hay en esos archivos sobre el despliegue de fuerzas militares, la delincuencia organizada, las fronteras y los movimientos migratorios, entre otras.

Tampoco debe de sorprender a las autoridades federales, pues la Auditoría Superior de la Federación en febrero de este año había dado a conocer este riesgo por la debilidad de los protocolos de ciberseguridad.

Desde el Senado se llamó a legislar de forma urgente sobre sistemas de información. Junto con la cascada de información que se podría ventilar y sus respectivos escándalos, se espera que el Gobierno mexicano tome acciones, porque la gran preocupación es que esto sucedió en la Sedena, donde despacha el general Luis Cresencio Sandoval, quien está a cargo de defender la integridad, independencia y soberanía de la Nación.

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El hackeo a la Sedena no sólo puso al descubierto los archivos sobre asuntos de alto interés nacional: También mostró la vulnerabilidad de los sistemas de ciberseguridad de esa institución y encendió las alarmas por el riesgo que tienen otras instituciones del Estado mexicano.

Fue el presidente Andrés Manuel López Obrador quien confirmó ayer en su conferencia matutina que sí se había hecho el ataque informático a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y señaló que era cierto que está enfermo y tuvo riesgo de infarto, lo que fue revelado al ventilarse una pequeñísima parte de los seis terabytes de documentos hackeados.

La respuesta con la canción de Chico Che no hizo gracia a muchos, sobre todo a los especialistas en ciberseguridad, que en diversos espacios explicaron que ese ataque cibernético muestra la falta de controles necesarios, la ausencia de una estrategia nacional de seguridad, incluido lo digital, y de eso hay evidencia de los ataques en Pemex, Economía, SAT, Issste y diversos organismos.

Lo sucedido no es una sorpresa para quienes conocen de la materia, pues indican que habían advertido de la necesidad de ver la ciberseguridad como una prioridad; el estado de salud del Presidente no es lo más grave de la fuga de información, sino lo que hay en esos archivos sobre el despliegue de fuerzas militares, la delincuencia organizada, las fronteras y los movimientos migratorios, entre otras.

Tampoco debe de sorprender a las autoridades federales, pues la Auditoría Superior de la Federación en febrero de este año había dado a conocer este riesgo por la debilidad de los protocolos de ciberseguridad.

Desde el Senado se llamó a legislar de forma urgente sobre sistemas de información. Junto con la cascada de información que se podría ventilar y sus respectivos escándalos, se espera que el Gobierno mexicano tome acciones, porque la gran preocupación es que esto sucedió en la Sedena, donde despacha el general Luis Cresencio Sandoval, quien está a cargo de defender la integridad, independencia y soberanía de la Nación.

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