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El Imparcial / Policiaca / Toma de rehenes

Tres horas de angustia vivieron las rehenes en asalto a Banorte

Eran las 8:20 de la mañana, hora en que sólo empleadas ingresaban a la sucursal bancaria, cuando un extraño apareció en la puerta y sorprendió a una de ellas, amenazándola con un cuchillo en el cuello.



Tres de sus compañeras advirtieron el peligro, pero ya no pudieron escapar y quedaron a merced de un frustrado asaltante que, al verse acorralado, las tuvo de rehenes durante casi tres horas, antes de que perdiera la vida.



En cuestión de minutos, decenas de patrullas rodeaban la plaza Sendero (hoy Plaza Patio) y el Código Rojo se encendió para todas las corporaciones policiacas, pues en la sucursal Banorte había una toma de rehenes.



La noticia acaparó las redes sociales, con usuarios que esperaban saber qué ocurría minuto a minuto en el centro comercial, donde dos agentes tácticos intentaban convencer al frustrado asaltante de que atenderían sus peticiones si, a cambio, liberaba a las cuatro mujeres que mantenía cautivas.



NEGOCIACIÓN



De entrada, los estrategas del operativo le garantizaron que estaban desarmados y querían dialogar con él, pero el gesto sólo valió para que les pidiera un cigarrillo, que le pasaron por debajo de la puerta.



Antes idearon cortar la energía eléctrica, para que el calor lo hiciera pedir agua y aprovechar la mínima distracción como oportunidad para someterlo.



También camuflaron a policías con trajes de bomberos y con chalecos de reporteros, para que confiara en que nadie quería hacerle daño y desistiera de su acción.



En el perímetro de la plaza había cada vez más observadores y los policías llamaban a despejar el frente de la sucursal, para evitar que el delincuente se pusiera nervioso.



TENSIÓN EXTREMA



Una pistola para quitarse la vida, fue la segunda petición del hombre, quien apenas se acercaba a la puerta para que lo escucharan sin dejar de blandir el cuchillo en el cuello de la empleada bancaria.



La tensión aumentó cuando un francotirador de la Policía Municipal se apostó detrás de un vehículo particular, a menos de 50 metros de la puerta del banco.



Momentos después, los negociadores le anunciaron al delincuente que le concederían el arma y, aún más, le comprobaron que estaba cargada. Luego procedieron a ponerla en el piso, sabiendo que abriría y la recogería.



Eran casi las 11 de la mañana cuando el asaltante se acercó a la puerta para recoger la supuesta pistola, que no era de fuego sino de salva, cuando por fin pudieron entrar en la sucursal bancaria.



Tres detonaciones retumbaron en el edificio, al tiempo que las cuatro empleadas salían despavoridas, sin ver cómo su captor era abatido por la Policía.



Los tres disparos dieron en la humanidad de un hombre de 31 años, alto, de tez morena y que según paramédicos de Cruz Roja, murió cuando era trasladado al hospital, con heridas en la mejilla, un brazo y el abdomen.



Las empleadas también fueron atendidas por crisis nerviosa, dada la tensión que sufrieron encerradas durante casi tres horas, en un hecho que captó la atención de Sonora y el País.

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