Zona Sísmica
Los estacionamientos de las plazas comerciales han sido un “terreno sin ley” disfrazado de comodidad urbana en Mexicali.
Estacionamientos fuera de regla
Por años, los estacionamientos de las plazas comerciales han sido un “terreno sin ley” disfrazado de comodidad urbana en Mexicali. El reciente anuncio del Director de Administración Urbana (DAU), Daniel Humberto Valenzuela Alcocer, que revela que ninguna plaza en el municipio cumple al 100% con el reglamento de estacionamientos, no sorprende; más bien confirma una realidad que los ciudadanos han vivido por décadas: infraestructura deficiente, cobros ambiguos y una sensación de desprotección absoluta.
Resulta revelador que centros como San Pedro, Cachanilla y Galerías del Valle, estén entre los primeros en ser inspeccionados y que, aun así, necesiten un plazo de diez días para corregir irregularidades básicas.
Si estos gigantes incumplen, ¿qué se puede esperar de los que son más pequeños? El problema no es únicamente la falta de rampas, iluminación o señalización; es la ausencia de responsabilidad empresarial y la tolerancia oficial que durante años permitió que los estacionamientos funcionaran sin pólizas de seguro y sin medidas de seguridad.
La frase, “No nos hacemos responsables de daños o robos”, resume una cultura de impunidad normalizada. Las sanciones superiores a 200 mil pesos suenan ejemplares, pero su eficacia dependerá de que realmente se apliquen y no se queden en amonestaciones simbólicas. Más allá de las multas, lo que está en juego es la confianza del ciudadano, que paga por estacionarse esperando un mínimo de garantías.
CIELOS TURBULENTOS
La reunión del pasado viernes en Palacio Nacional entre la presidenta Claudia Sheinbaum y los directivos de Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobus no fue un encuentro rutinario, sino una señal de alerta: las tensiones con el Departamento de Transporte de Estados Unidos (DOT) han vuelto a colocar a la aviación mexicana en una zona de turbulencia diplomática y económica.
El revés del DOT —la revocación de 13 rutas hacia Estados Unidos y la advertencia de posibles restricciones al transporte de carga combinada— no es un simple trámite técnico, sino un mensaje de desconfianza hacia la política aérea del Gobierno mexicano.
La medida apunta directamente al corazón de una decisión emblemática que se implementó en 2023: trasladar las operaciones de carga del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), una determinación que Washington considera violatoria del Acuerdo Bilateral de 2015. Sheinbaum insiste en que la medida obedece a motivos de seguridad, ante la saturación del aeropuerto capitalino.
El argumento no es menor: el AICM lleva años operando por encima de su capacidad, y las advertencias sobre sus riesgos estructurales no son nuevas. Sin embargo, lo que en México se presentó como un acto de orden y modernización, en Estados Unidos se interpreta como una alteración unilateral de las reglas del juego. El fondo del problema es político.
La administración Sheinbaum hereda la narrativa soberanista de Andrés Manuel López Obrador, pero ahora enfrenta la tarea de mantener el equilibrio entre el discurso interno y las relaciones exteriores.
Defender el AIFA como símbolo nacional está bien; hacerlo a costa de la confianza internacional puede salir caro. La reunión con las aerolíneas y los secretarios de Estado es un intento de mostrar unidad, pero la realidad es que México necesita más diplomacia técnica y menos nacionalista. Los cielos compartidos no se gobiernan con decretos, sino con acuerdos. Y en este momento, lo que urge no es reafirmar soberanía, sino recuperar credibilidad.
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