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El Imparcial / Mexicali / Buscadoras de Desaparecidos

Madres empiezan el año buscando a sus desaparecidos

Con apoyo de la Fiscalía General del Estado, familiares de personas desaparecidas peinan el desierto al noreste de Mexicali.

MEXICALI, Baja California.- “Para nosotros se acabaron las navidades, los años nuevos felices, por más que quieras, algo te hace falta”. Las palabras de Irma Leyva Sosa van acompañadas de lágrimas que salen de un par de ojos cansados.

Llevaba una varilla para clavar en bultos de tierra removida para buscar el olor a muerte. También llevaba a una nueva familia a la que llama “Madres Unidas y Fuertes” y una búsqueda de su hijo que está próxima a cumplir los doce años de iniciada.

Este viernes, a tres días de iniciado el año, arrancaron con una tarea que parece nunca terminar: la búsqueda de sus desaparecidos. Para ello, aran, pican y escarban el desierto del noreste de Mexicali, en el ejido Villa Zapata.

En esa misma zona, el pasado 8 de diciembre y gracias a una denuncia anónima, localizaron los huesos que alguna vez fueron un hombre. Con las vacaciones de cierre de año, con las lluvias y condiciones del clima, la búsqueda más intensiva se prolongó hasta el 3 de enero.

Ahora regresaron, pero no solas. Un equipo especializado en búsqueda de personas y restos humanos de la Fiscalía General del Estado (FGE) las acompañó en una jornada más de esperanza.

Hasta encontrarles

La denuncia llegó al buzón de mensajes de la página de Facebook del colectivo “Madres Unidas y Fuertes”. El 8 de agosto, con señas precisas, ellas solas ubicaron inmediatamente un cráneo, costillas, vértebras y omoplatos.

A la sombra de un mezquite dentro de un predio que alguna vez fue un rancho, se encontraban los huesos, roídos por animales de carroña. Habrían estado ahí desde hace meses en medio de ese páramo desértico, donde solo se escucha el susurro del viento entre pinos salados, mezquites y chamizos.

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La FGE acudió a recoger los restos y procesar la escena para iniciar una carpeta de investigación; hasta la fecha permanecen como no identificados en un frigorífico del Servicio Médico Forense en Mexicali.

Las investigaciones apuntaban a que en esa misma zona pudiera haber otros restos humanos, pero esta vez, debían de regresar acompañadas de autoridades estatales que pudieran ayudar y legitimar su búsqueda.

En la soledad

Como si empujarán una podadora, agentes estatales peinaron con el georadar toda la superficie del rancho desértico. En donde el dispositivo les marcaba una señal, colocaban una bandera anaranjada.

Al mismo tiempo, las madres y familiares de desaparecidos peinaban y araban la zona, buscando entre bultos de arena, basura, escombros, árboles y llantas. Cualquier espacio sospechoso para esconder un cuerpo era hurgado.

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“Este es humano”, dijo un agente. Con su pala, empujó un hueso delgado y curvo. “Es una costilla humana”, y le apuntó con el pie. Ahí comenzaron a cavar, pero se toparon con las raíces. Fue el único vestigio humano que encontraron.

La costilla fue encontrada en la misma zona donde se localizó la osamenta del 8 de diciembre y los oficiales decidieron dejarla en el sitio, porque supusieron que se trataba del mismo conjunto de huesos.

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En el lugar también fue encontrado un pantalón de mezclilla con una hebilla con un grabado de una hoja de mariguana. “Me da tristeza dejar esto aquí, porque la costilla sigue siendo de los restos y el pantalón puede ayudar a identificarlo”, explicó Irma.

Cuando cansa no encontrar

La jornada se extendió desde las nueve de la mañana hasta casi las dos de la tarde. No hubo un reporte exacto de cuantos metros cuadrados o cuántas hectáreas de desierto recorrieron bajo el sol.

Iker y Mamba, los dos agentes caninos que ayudaron con la búsqueda, ya presentaban signos de fatiga. La batería del georadar se agotó. Los buscadores voluntarios comenzaron a expresar cansancio, también los agentes.

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El último sitio de la búsqueda fue un rancho, o al menos lo que queda de él. Una alberca de concreto se erige en medio del mar de arena. Una casa de adobe y madera se resiste a caer del todo. Algunos corrales rústicos de madera revelan que algún día ahí hubo actividad.

La caravana de patrullas de la FGE, de autos de civiles y voluntarios, se formó en una vereda terregosa y ondulada rumbo a la salida al ejido Villa Zapata, para volver a casa. Se cumplió el objetivo, explicó un agente. Saber, con la certeza que buscan las madres con hijos perdidos en su vida, que en esta zona no encontrarían hasta el momento más cuerpos.

Más herramientas

“Estamos cansadas, algunas tienen 24 años buscando a sus hijos y no tenemos resultados”, dijo Irma Leyva, una de las principales representantes del colectivo “Madres Unidas y Fuertes”, a la que ella llama su nueva familia.

En su andar con la incertidumbre del paradero de su hijo, ha visto un lento progreso del Estado para atender las desapariciones. Primero la falta de herramientas, luego la indolencia y las largas esperas para ver acciones.

Cuatrimotos, más georadares, agentes especializados, mayor tecnología. “Ya no más palas y palos”, comentó. “Tenemos que exigirle al estado que ponga las herramientas que se necesitan en las búsquedas en la Procuraduría”.

A la fecha, Irma calcula que existen cerca de 2 mil casos de personas desaparecidas en Mexicali. Algunas no denuncian y han preferido unirse a grupo de buscadoras en el estado. “Queremos crecer y tener la fuerza suficiente para que el gobierno haga su trabajo y ponga las herramientas”.

La denuncia anónima también es otra herramienta fundamental y por ello están recibiendo datos, información o indicios en su página de Facebook y un teléfono celular, sobre posibles sitios donde se encuentren restos humanos.

“La vida continúa y nuestra búsqueda no va a ceder hasta que los encontremos o nos quedemos en el camino”, expresó.

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