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El Imparcial / Mexicali / Coronavirus

El cielo puede esperar

A días de dar negativo en la prueba PCR de Covid-19, Enrique consultó una segunda opción porque no se sentía bien, el resultado: sus pulmones ya no se oían bien; el primer estudio fue ¨Falso Nagativo¨, requirió oxigeno y estar acostado boca abajo las 24 hrs.

[En Primera Persona: Testimonios de la Pandemia]

Ese fue mi pensamiento prioritario durante estos últimos días, en los que me debatía entre la vida y la muerte, tal cual. Hoy soy afortunado por muchas cosas, primeramente, por sobrevivir ante el embate de Covid-19, esta enfermedad que ataca a todo mundo de forma diferente, de ser para algunas personas, una simple molestia, hasta arrancarle la vida a otros, no tiene palabra.

En los últimos días de noviembre, una hija se enfermó de gripe, cuerpo cortado y cansancio. SE PRENDE LA ALARMA EN CASA, y todos se hicieron la prueba de PCR en San Diego. Resultado de las pruebas: “TODOS NEGATIVOS’’, y, por lo tanto, descartamos la enfermedad en casa. No obstante, de que todos en casa ‘’eran negativos de Covid’’, fui al médico con mi esposa Zhiria, yo por una tos, y ella por cuestiones dermatológicas.

Al revisarme el médico, me dijo que no tenía ningún síntoma de Covid, más que la tos, y que eso no significaba forzosamente que tuviera la enfermedad, ya que, sumado a ello, me acaba de poner un día anterior la vacuna de influenza, por lo que la tos podría ser una reacción de la misma. Por lo tanto, me inyectaron y me dieron medicamento por cinco días para tratar la tos, (eso ocultó o enmascaró la enfermedad de Covid).

Al séptimo día, mi esposa ya no se pudo parar, se sentía muy mal, le dolía el cuerpo y un malestar fuera de lo común. Por mi parte, yo me sentía perfecto, pero me volvió un poco la tos. Al empezar a ver el panorama, y no obstante las pruebas de PCR “NEGATIVAS” DE COVID, no nos confiamos y fuimos a ver a otro médico, quien atendió primeramente a mi esposa y le encontró síntomas de la enfermedad. El médico nos comentó que muy probablemente las pruebas tomadas en San Diego, habrían sido Falsos Negativos, por lo que nos mandó a hacérnoslas nuevamente. Al revisarme, me llevé la sorpresa que mis pulmones ya no se oían bien, ya tenía poca fiebre, la cual yo no sentía, pero la tenía, mi garganta desecha, y no me dolía, ni ardía nada absolutamente. De inmediato, el médico, me mandó a hacer una tomografía de tórax, y otra sorpresa, mis pulmones ya estaban afectados. Ese día en la noche nos dieron los resultados, lamentablemente, AMBOS POSITIVOS y a los días nuestra hija Karen salió también positiva, por lo que ya éramos tres enfermos en casa, afortunadamente su enfermedad fue muy leve.

El día 11 de diciembre, nos medica el doctor y empezamos el tratamiento. En la tarde comienzo con fiebre de 38.1°, y mi oxigenación bajó a 90%, por lo que el médico nos recomendó conseguir un tanque de oxígeno para cualquier emergencia. PRIMER PROBLEMA, NO HAY TANQUES DE OXÍGENO EN NINGUNA PARTE, están agotados por la situación y hay una gran demanda. Gracias a la persistencia de nuestros hijos, lo consiguieron ya casi en la noche. Al día siguiente, 12 de diciembre, cumpleaños de mi esposa, ya totalmente en confinamiento en nuestra habitación, hablé con mi doctor y le dije que no me sentía bien, que ya no estaba saturando lo mínimo, pues ya había bajado a 88-89% inclusive usando de forma esporádica el tanque de oxígeno, lo cual ya era una gran señal de alarma.

El domingo 13 de diciembre, el cual, según mis cálculos, ya era mi día 10 de la enfermedad, (día que para muchos pacientes es fatal), y yo con una saturación ya bajísima de 80% a máximo de 85% la cual ya no nada más era de hosítalización, sino más allá, era eventualmente hasta de intubación, ya que mi oxigenación iba en caída libre. Ese día, fui al baño y no me llevé el tanque portátil de oxígeno, y al salir de ahí, ya no pude ni llagar a mi cama, me tuve que sentar en un escalón en mi recámara, ya no podía respirar, sentía que llevaba diez minutos en el fondo del mar. En ese momento sentí que iba a morir asfixiado, pero con la ayuda de mi esposa al ponerme el oxígeno, volví a empezar a respirar poco a poco. En ese momento, comprendí que estaba muy, muy mal de salud.

Así las cosas, y ya prácticamente en busca de hospitales, y en pleno domingo en la tarde, hablé con Javier mi hermano, y me recomendó con su médico que se dedica en estos momentos exclusivamente a Covid. Hablé con él, y me dijo que, no obstante, de que el tratamiento inicial que había seguido era bueno, mi cuerpo no había respondido a él, por lo que me dijo que la enfermedad estaba avanzada y mi situación era muy grave debido a la neumonía que padecía, ya que estaba en los peores días de la misma, y en realidad no tenía respuesta positiva de mi cuerpo a los medicamentos que estaba tomando.

En tal virtud, me dio de inmediato dos medicamentos para tomarme en esos momentos, me suspendió los otros y me dijo que pusiera el oxígeno indefinidamente a 5 litros por minuto las 24 horas del día, y que no lo suspendiera ni un minuto, me dijo que era importantísimo que me pusiera boca abajo en mi cama, por lo cual mi saturación subió de inmediato a 89-90% de saturación, que de mantenerme así podía evitar el irme al hospital.

Ya con una saturación así, y teniendo tanque de oxígeno en casa, y con los cuidados de mi esposa, ya que de enferma se convirtió en enfermera de tiempo completo, de 24 horas al día, y si no empeoraba mí condición, la mejor opción era quedarme en casa.

Mi esposa, le tiene pánico a que la inyecten, sin embargo, ambos necesitábamos recibir medicamentos en inyecciones, y en mi caso, yo necesitaba dos diarias, una en la parte trasera y otra en el estómago. Por su parte, mi esposa nada más se inyectó en su estómago, aprendió a inyectarse e inyectarme diario, literalmente con tutoriales en YouTube. A todo esto, yo seguía acostado boca abajo en la cama y conectado al oxígeno, y así fue durante 6 días continuos, en los que mis dolores no eran propiamente por la enfermedad de Covid, sino más bien, eran por las posturas que tenía que adoptar para poder estar las 24 horas del día acostado boca abajo.

Cada noche en mi sufrimiento de estar acostado boca abajo, sudaba de una forma exagerada, como nunca en mi vida, parecía que me acababa de salir de la alberca, por lo que mi esposa me cambiaba la camiseta de cinco a siete veces por noche, y me secaba el pelo con una toalla y luego con la secadora eléctrica.

Cada día que pasaba, y amanecía, le daba gracias a Dios por otro día. Tenía que ser fuerte para seguir luchando frente a todas las adversidades. Pasados los seis largos días que estuve boca abajo, ya pude acostarme de lado, y poco a poco me fui recuperando, hasta luego poderme acostar boca arriba, empecé a cambiar de color, ya que los primeros días estaba casi azul.

Estando totalmente consciente de mi situación, y en honestidad, no me dio miedo la muerte, no sé si fue debido a que yo tenía muy claro en mi mente que iba a superarlo, o porque me sentía con una paz enorme respecto a lo que ha sido mi vida, y ya estaba listo para lo que viniera. Sin embargo, lo que, si me preocupaba y me embargaba de tristeza, era dejar a mi esposa, que ya estaba bien de salud, y a nuestros hijos, quienes iban a ser finalmente los que verdaderamente sufrieran. Eso, me motivaba aún más a luchar para sobrevivir, no me imaginaba a la familia llorando por mí, siempre me los imaginé felices por mi recuperación, tal cual sucedió.

En varias ocasiones que entraron mis hijos a mi cuarto, a cambiar los tanques de oxígeno, y después de superado el padecimiento, me comentaron que para ellos fue muy difícil verme acostado boca abajo, con tanque de oxígeno y debilitado, por lo que entraban y salían muy rápido. Hoy me confiesan que, en varias ocasiones, se pusieron a llorar de verme en una situación tan vulnerable y descolorido, lo que verdaderamente me rompe el corazón, ya que, según yo, trataba de ponerme en mi mejor versión volteándome para saludarlos, para que me vieran fuerte y se sintieran tranquilos, lo cual, hoy entiendo que no pude lograr, pues de verme salían muy deprimidos.

El día 23 de diciembre vinieron a casa a hacerme análisis de seguimiento de Covid, ya me sentía muchísimo mejor. Por fin, el propio 24 de diciembre, en videoconferencia con mi médico, al revisar mis análisis y consultarme, me dio de alta ese mismo día, por lo que mi segundo cumpleaños de hoy en adelante también será el día 24 de diciembre, fecha en la que recibí mi mejor regalo de toda mi vida, la propia vida.

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