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Se salvó el INE

Después de la elección de los 4 consejeros del INE por parte de la Cámara de Diputados, podemos decir que el INE se salvó del intento de un grupito de Morena.

Después de la elección de los 4 consejeros del INE por parte de la Cámara de Diputados, podemos decir que el INE se salvó del intento de un grupito de Morena por apoderarse de esa institución, como se ha hecho con varias otras bajo este gobierno.

Hubo un intento de parte de un grupo o de una corriente de Morena que se caracteriza por su radicalismo por influir en la selección de los consejeros, oponiéndose o cuestionando las quintetas definidas por el Comité Técnico porque, según John Ackerman, no “huelen a pueblo”.

Fue interesante observar la visión que tiene este grupo y cómo, en una aparente identificación con López Obrador, intenta presionar a los coordinadores parlamentarios de Morena para votar por candidatos más afines a ese partido, saltándose los mecanismos institucionales e ignorando al resto de las fuerzas políticas.

De manera clara y abierta, este grupo se manifestó por copar al INE y cambiar su correlación de fuerzas para hacerlo un organismo afín a Morena, como en realidad lo hicieron antes otros partidos políticos como el PAN y el PRI, conformando un organismo de “cuotas”.

Hay varios personajes y diputados de Morena y su inefable aliado como es el PT, que se alinean en esta corriente en la que se incluyen al mismo Ackerman (que apantalla a muchos), Dolores Padierma, Martí Batres y Fernando Noroña, entre varios más. Son la “izquierda” de Morena y del PT.

Para este grupo el gobierno no debería andarse con medias tintas y apoderarse completamente del INE, como un mecanismo básico para garantizar que Morena pueda llevarse varios triunfos en las elecciones de 2021, la revocación de mandato de 2022 y, por supuesto, la elección presidencial de 2024.

Lo intentaron pero fallaron. Porfirio Muñoz Ledo les dijo que la suya era una actitud “golpista”, pero no fue eso en realidad lo que impidió que avanzaran. Fue más bien una opinión pública crítica que reaccionó enérgicamente la que contuvo el izquierdismo leninismo de los morenistas.

La acción era muy riesgosa, porque de haber avanzado se hubieran prendido los focos rojos de alarma y deslegitimado, prematuramente, las próximas elecciones, algo que esta corriente al interior de Morena no sabe evaluar o no le importa. Pero eso es, en realidad, lo que estaba en juego en la elección de los consejeros.

Si Morena se hubiera apoderado del INE nombrando a los 4 consejeros, aprovechando su mayoría calificada en la Cámara, sin consultar y consensuar con las otras fuerzas políticas y con miembros de la Junta de Coordinación Política, todas las elecciones por venir perderían credibilidad.

Pero eso no sucedió, afortunadamente. Los consejeros seleccionados no pertenecen a ningún partido y presentan un perfil más o menos igual al que en otros momentos se buscó para ese organismo. Eso no quiere decir que no puedan ser cooptados por Morena o por otros partidos, pero sería ya parte de otra historia.

Que haya un INE profesional e imparcial como árbitro para las próximas elecciones es lo que más le conviene a Morena, al contrario de lo que piensan sus corrientes más radicales. Porque no se trata sólo de ganar la elección, sino de que ésta sea limpia y que sus resultados sean confiables.

Morena pasará en 2021 su primera prueba de fuego, tanto en la elección para Diputados como en donde habrá elecciones de gobernador. Lo hará en condiciones muy diferentes a los comicios de 2018. Para empezar, López Obrador ya no estará en la boleta (aunque sí en la campaña, desde luego), y el entorno del país ha cambiado sustancialmente.

Los bonos políticos de Morena se han deteriorado marcadamente. La crisis provocada por la pandemia, la crisis económica, el desempleo, el aumento de la pobreza y una curva ascendente de desencanto con el gobierno de AMLO, se expresarán obligadamente en las urnas.

Morena y ningún partido puede usar al INE para cambiar la balanza de los votos, por más que se diga que ha sido su comportamiento en el pasado. Porque si eso llegara a suceder, volveríamos de nuevo a la terrible recurrencia de los “fraudes” electorales, a las impugnaciones y a la falta de credibilidad.

Lo sensato es que el INE y los ciudadanos cuenten los votos de 2021, por más que no le favorezcan al partido en el gobierno. Sin esta armazón legal y política, todo lo demás que se haga en el país no serviría de nada.

El autor es analista político.

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