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Sábado Santo

El Sábado Santo es un día de duelo, pues se trata de un día de silencio, no hay celebración eucarística.

“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” Lc. 23:46

De luto por la pasión y muerte de Jesús durante el Viernes Santo, en vigilia pascual de lo que para los católicos es la festividad más grande (Domingo de Resurrección), comparto lo que hay detrás del día de hoy, Sábado Santo, que pasó entre su muerte y resurrección en donde vivimos momentos de incertidumbre y tristeza.

El Sábado Santo es un día de duelo, pues se trata de un día de silencio, no hay celebración eucarística. En la Iglesia católica también se conmemora la Soledad de María después de llevar al sepulcro a Cristo, quedando en compañía del Apóstol Juan.

Pueden ser expuestas en la Iglesia, a la veneración de los fieles, la imagen de Cristo crucificado, o en el sepulcro, o descendiendo a los Infiernos, ya que ilustran el misterio del Sábado Santo. Hoy la Iglesia se abstiene absolutamente del sacrificio de la Misa, al igual que el Viernes Santo. La Sagrada Comunión puede darse solamente como viático.

No se conceda celebrar el Matrimonio, ni administrar otros sacramentos, a excepción de la Penitencia y la Unción de los Enfermos. En algunos lugares durante la noche de vigilia pascual, se realiza de forma simbólica la bendición del fuego y el agua123.

Hasta la reforma litúrgica de la Semana Santa acometida por el papa Pío XII (encargada en 1955 a Monseñor Annibal Bugnini) se llamaba a este día Sábado de Gloria, pues la celebración de la Resurrección (la Vigilia Pascual) tenía lugar ya en la mañana del sábado, debido a la norma del ayuno preparatorio a la Comunión sacramental desde la medianoche precedente. Considerando que el Viernes Santo ya había sido día de ayuno, era excesivo prolongarlo un día más casi completo.

En 1951 Pío XII permitió, mediante el decreto “Dominicae Resurrectionis” de 9 de febrero (Vid. AAS 43 (1951), pp. 128-129), que la vigilia se realizase de noche, lo que fue obligatorio tras el decreto “Maxima Redemptionis” de 16 de noviembre de 1955 (Vid. AAS 47 (1955), pp. 838-841). Desde entonces dicha Vigilia se celebra más razonablemente en horas de la noche, el Sábado Santo queda para los católicos más como un día de espera, expectante por la gran celebración que tendrá lugar unas horas más tarde.

Esto se vio facilitado también por la reforma al ayuno preparatorio a tres horas antes de comulgar. El Concilio Vaticano II actualmente tiene fijado el ayuno en una hora antes de la comunión. Aunque en muchos lugares sigue denominándose así por la costumbre, su uso es incorrecto.

No obstante, dado el status quo entre las iglesias cristianas respecto a las celebraciones litúrgicas en la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, como a la Iglesia católica le corresponden las horas de la mañana para sus oficios, la Vigilia Pascual sigue realizándose el sábado por la mañana en dicho lugar.

Como no puede celebrarse ningún rito oficial durante el día, se suelen predicar retiros espirituales, y en muchos lugares también los sacerdotes durante el día atienden confesiones. También es costumbre en algunos templos el rezo de la Liturgia de las Horas por parte de los clérigos con participación de fieles seglares.

* El autor es editorialista local/Consejero del CDEM.

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