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Realidad e incertidumbre

La evidente crisis económica mundial que ya está aquí entre nosotros, esa que puede ser monumental para naciones como la nuestra que ya venía con un sostenido decrecimiento antes del estallido de la pandemia.

"La economía como esencia de la vida es una enfermedad mortal,

porque un crecimiento infinito no armoniza con un mundo finito"

Fromm

La evidente crisis económica mundial que ya está aquí entre nosotros, esa que puede ser monumental para naciones como la nuestra que ya venía con un sostenido decrecimiento antes del estallido de la pandemia y que había sentado ya la preocupación realista al cabo del primer año del nuevo gobierno federal, esa que aún será más dramática y duradera si precisamente el gobierno no hace un muy necesario alto en el camino para volver a calcular muchos de sus planes con visión de largo plazo privilegiando los intereses del país ante el nuevo entorno, que, por sus condiciones inéditas, amerita la altura de miras para asumir la responsabilidad de establecer políticas públicas adecuadas a lo delicado del momento en un escenario, que, debe quedar claro, puede ser aún peor si no se toman las medidas correctas.

El momento que vivimos es tan complejo que presenta la cruda realidad de los números rojos de la crisis económica justo a la par de la incertidumbre de la crisis sanitaria que está matando a decenas de miles de mexicanos presentando un panorama dislocado que en muchos sentidos pareciera más bien que se sale de control respecto a lo que se dice y lo que realmente es...

En el contexto de las realidades (ésas que son tercas y no aguantan demagogia), más allá de que en sí mismo el reciente reporte del Fondo Monetario Internacional respecto a la expectativa de la economía mexicana en donde prevé un desplome del PIB de 10.5% (el peor desde 1932 de la gran depresión mundial), lo que más inquita es el apunte que hace en el sentido de que el apoyo monetario y fiscal para enfrentar la contingencia destinado por el gobierno de México (1.2% del PIB) ocupa el lugar 50 de 55 países analizados representando así, en América Latina, el de mayor colapso esperado si no se hacen cosas distintas pronto.

Si a lo anterior sumamos la más reciente proyección del Banco de México respecto a la contracción del 8.8% de la economía en un escenario factible dadas las decisiones limitadas de salvamento para evitar la quiebra masiva de empresas con la consecuente pérdida de empleos formales que se contarán por millones, se infiere la necesidad ya citada líneas arriba en el sentido de que nuestras autoridades encaucen su energía en propiciar tender los puentes con los distintos actores políticos, económicos y sociales que necesariamente deben ser partícipes en el sinuoso camino por seguir hacia la reactivación generalizada del país.

Siendo así, precisamente (en su autonomía que vale oro y debemos preservar ante las tentaciones autoritarias del poder) Banxico acaba de anunciar una nueva baja en la tasa de interés de referencia a 5% sin dejar de observar que de igual manera se procurará mantener la inflación a raya pues de igual manera ante la incertidumbre propicia de la coyuntura pudiera empezar a comportarse de manera no deseable.

Una vez más, nuestro banco central marca la pauta y actúa en consecuencia incentivando así el consumo y la inversión productiva por medio de la cual se mueva más el dinero propiciando condiciones para el crecimiento deseable con el apalancamiento de la iniciativa privada como pivote central, que, en pocas palabras, lo que ocupa del gobierno es que sea garante de la certidumbre fincada en el respeto a la Constitución en primera instancia, en el marco jurídico de las políticas públicas y la preservación de la seguridad pública.

*El autor es editorialista local/consejero CDEM.

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