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Procacidad

Existen palabrotas que no ofenden a nadie. Como, por ejemplo: electroencefalografista, contrarrevolucionario u otorrinolaringólogo. Largas como metalingüísticamente.

Existen palabrotas que no ofenden a nadie. Como, por ejemplo: electroencefalografista, contrarrevolucionario u otorrinolaringólogo. Largas como metalingüísticamente. Pero, tratándose de groserías, al niño lo regañan diciéndole: “¡Hipolititito, no digas palabrotas!”

Y no solo me refiero a la polisemia (palabra de origen griego que quiere decir “muchos significados”). Además, está la continua confusión de términos, como cuando alguien señala de altisonante una palabra malsonante. Porque no es lo mismo Chana que Juana; Altisonante es lo que se expresa en forma muy sonora y con afectación. En cambio, malsonante no solo es “que suena mal”; sino que agravia, ofende y causa muina.

Por mis afanes de comunicólogo y filólogo, las palabras en sí mismas no son buenas o malas, positivas o negativas. Sino son las intenciones de las personas que las profieren las que determina si son o no ofensivas.

En cada momento y lugar, uno puede utilizar el lenguaje más apropiado y efectivo.

Dicho todo lo anterior, ahora sí voy con mi hacha, para criticar el mal uso de la libertad de expresión de muchos comunicadores que se han vuelto soeces, procaces y vulgares como simple moda u ocurrencia.

Creo firmemente que quien tiene un micrófono y un espacio para comunicarse como el público debe mantener un lenguaje apropiado porque en la audiencia hay de todo. Y la actitud del comunicador que se comporta bajo el supuesto de que en su espacio “solo sus chicharrones truenan” para mi signo de incapacidad y soberbia

Aquí cabe citar a Arturo Uslar Pietrini, abogado y periodista venezolano, que escribió: “…quien habla como patán terminará obrando como un patán. Hay una estrecha relación entre palabra, pensamiento y acción. Es la palabra la que crea el clima del pensamiento y las condiciones de la acción”.

LA PALABRA DE HOY: PROCACIDAD

Del latín 'procacîtas' que tiene un rango semántico muy amplio que va desde el atrevimiento hasta la insolencia. De la desenvoltura hasta la desvergüenza. Siempre hay un contexto lingüístico para determinar el sentido de una palabra.

DE MI LIBRERO: LA FUERZA DE LAS PLABRAS

Un libro de cabecera que me ha acompañado desde hace un titipuchal de años: La fuerza de las palabras que tiene (quizá) la sobre promesa en el subtítulo: “Como hablar y escribir para triunfar”.

Pero, de todas maneras, a mí me ha resultado de gran utilidad. Es ameno, caudaloso en conceptos y ejemplos; didáctico y -sobre todo- extremadamente práctico.

Publicado hace casi cuarenta años por Selecciones del Reader' s Digest es un libro multitemático: Abraca conceptos gramaticales y ortográficos, etimológicos y semánticos; culturales étnicos y sociológicos

Términos cultos como coloquiales. Amplía y fortalece el vocabulario; da claves y pautas para mejorar el estilo tanto para hablar como para escribir.

Y, en las últimas páginas, contiene un diccionario muy bien elaborado. Uno en donde no están todas las palabras; sino la mejor definición de las palabras seleccionadas.

Respecto a la palabra procaz también se ocupa de ella y nos dice que procede del latín ‘procax' que tiene los componentes léxicos 'procu' ruego o solicitud y el sufijo _ax / tendencia. Como podemos ver, dicha palabra “se echó a perder” por la insistente procacidad.









*El autor es profesor de Redacción Creativa en Cetys Universidad