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PREMIO MAYOR

Curiosa y hasta irónicamente, casi siempre ha sido Argentina el termómetro mexicano en torneos de alta competencia futbolística como la Copa del Mundo y la Copa América.

Curiosa y hasta irónicamente, casi siempre ha sido Argentina el termómetro mexicano en torneos de alta competencia futbolística como la Copa del Mundo y la Copa América. Mañana lo volverá a ser, con todo lo que ello implica y significa: una Argentina “herida de muerte”, con el mejor futbolista de la tierra a su disposición y con la afición más pasional y entregada del mundo futbolístico. A esa Argentina, México lo puede mandar a casa.

El premio, un “premio mayor”, parece y es muy atractivo. De ahí a lograrlo hay un largo y escabroso camino que recorrer.

La forma en la cual los aficionados y la crítica mexicana sobredimensionó el empate a cero ante Polonia es una muestra del poco convencimiento futbolístico que existía -o que sigue existiendo- de esta Selección. ¿Se mejoró en la presentación mundialista? Sí, sin duda, fuimos testigos de un equipo con muchas más herramientas defensivas que sigue siendo poco profundo y efectivo cuando ataca. México no tiene “punch”. Circula la pelota de un lado a otro y eventualmente encuentra un pase filtrado entre líneas que le permite tener una vaga oportunidad de gol. Así, y con el portero Guillermo Ochoa como tu figura, te alcanza para empatar con Polonia, pero no contra un equipo del nivel de Argentina.

Ponerse a la estatura de los argentinos es una misión poco más que imposible. Ellos son mejores, mucho mejores. Existen, sin embargo, varios aprendizajes de la sorpresiva caída ante Arabia Saudita.

Primero, que con un planteamiento adecuado se puede competir y vencerles. “Olvídenlo”, dice el ex entrenador de la Selección Mexicana, el colombiano Juan Carlos Osorio, en la mesa de Futbol Picante de ESPN. “México no tiene la fortaleza física para jugar como lo hicieron los árabes. Debe priorizar un juego de transiciones rápidas y un ataque por las bandas con Hirving Lozano y Alexis Vega”.

La segunda enseñanza, y quizá la más importante, tiene que ver con un tema mental. Los futbolistas argentinos vienen cargados de muchas emociones luego de la histórica derrota y hoy apelan a mensajes para tratar de recobrar la confianza en sí mismos. “Los caminos difíciles conducen a destinos hermosos”, le dijo al periódico El Clarín el centrocampista ofensivo Alejandro “Papu” Gómez. Si México sabe encontrar en la ansiedad argentina -a punto de convertirse en desesperación- podría descubrir otro camino para lograr el cometido.

Por lo futbolístico o por lo mental, México necesita de su mejor versión para vencer a Argentina, esa que no ha aparecido en los últimos dos años de la gestión de Gerardo Martino. Jugar bien significa tener un equilibrio entre defensa y ataque, cosa que esta Selección Mexicana, por más optimistas que seamos, no logró plenamente ante Polonia. Y mentalmente tampoco es fácil vencer a los argentinos que, cuando sienten el dolor sobre la herida, sacan a relucir algunas de las grandes condiciones que le señalan como una de las potencias históricas del juego.

Sea como sea, el premio, un “premio mayor”, está ahí y es uno que ha perseguido afanosamente el futbol mexicano, desde Guayaquil, en 1993, Hannover, en el 2005, Leipzig en el 2006, Guyana en el 2007 y Johannesburgo en el 2010. Mandar a los argentinos “a casa” es un lujo que esté sábado, en el Lusail, México puede darse...

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