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Mezquites tristes

Cuando los mezquites tiran sus hojas se ven pelones, transparentes, tristes. Muchos árboles tiran sus hojas en el otoño, duermen durante el invierno y reverdecen en la primavera. Pero los mezquites son “contreras”, en estos días están casi sin hojas, en plena primavera y muy lejos del otoño.

Cuando los mezquites tiran sus hojas se ven pelones, transparentes, tristes. Muchos árboles tiran sus hojas en el otoño, duermen durante el invierno y reverdecen en la primavera. Pero los mezquites son “contreras”, en estos días están casi sin hojas, en plena primavera y muy lejos del otoño. Se pasaron muy verdes y alegres el tímido invierno cachanilla. Después de la juerga descansan. Para la mayoría de la gente del noroeste de México, el mezquite es indeseable. Prefieren a los yucatecos, eucaliptos, benjaminas y algodones. Pero a todos ellos los ardientes veranos los enferman y matan, particularmente de hongo negro.

Los mezquites sobreviven porque son de aquí, son nativos muy bien adaptados a este clima. En el pasado fueron más importantes. Los colonos acamparon bajo sus ramas. Cocinaron con su leña y se curaron con su chúcata, la resina que alivia gargantas. Los cucapá hicieron harina con sus péchitas y todo pájaro se beneficia de su sombra. Bajo su corteza rugosa vive un gusano que extraíamos de niños y utilizábamos de carnada para pescar mojarritas, que descamadas y des agalladas, enteras eran ricas a la disca. Recuerdo que por cada gusano nos asegurábamos una mojarra de agalla azul.

La leña de mezquite es una de las mejores para asados, tan predilectos de los norteños. Su madera dura pero torcida no hace tabla, si acaso postes para cercos. Pero los portentosos bosques de mezquites que encontraron los colonos ya desaparecieron. De hecho, un censo arrojó que hoy solamente el 2% de los árboles de estos valles son mezquites. Los carboneros los están extinguiendo en complicidad con los asaderos de carne, pollo y cuanto puede asarse. Gran parte de la nata humeante con la que amanecen estos valles es humo de la quema de mezquite.

Los cenizos mezquites nativos están siendo reemplazados por mezquites “chilenos”, sin espinas y de follaje más verde y lucidor. Hemos estado traicionando a los árboles que nos acogieron cuando como colonos llegamos a estas tierras. Ya se nos olvidó su hospedaje. ¿Pagaremos el precio? Apenas llegamos aquí y ya traíamos otros árboles en el bagaje material e imaginado. Uno de los primeros en competir con los mezquites nativos fueron los guamúchiles y, la altura y porte de los australes eucaliptos nos deslumbró. No hay parque público que no tenga algunos de ellos.

Todos los árboles son hermosos y útiles. Todos fotosintetizan, absorben el venenoso dióxido de carbono y exhalan el vital oxígeno. Algunos dan frutos y flores y todos dan sombra. Cada vez veo menos mezquites cenizos y nativos. Predominan vegetales más verdes pero también más bebedores de agua. Los mezquites se conforman solamente con la poca que cae del cielo. Unos cuántos tragos al año y ahí están, dispuestos a servirnos. En estos días están plagados de nidos de todo tipo de pájaros cual entes vegetales maternales. Hasta las cotorras argentinas son bienvenidas por los mezquites.

Nuestros prosopis leguminosos están tristes, transparentes y pelones. Confundieron el otoño con la primavera. Se sienten olvidados.

*- El autor es investigador ambiental independiente.

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