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La sonrisa más bonita del mundo

Eran casi las tres de la tarde cuando hace 20 años nuestras miradas se cruzaron por primera vez, fue amor a primera vista, desde entonces celebro cada día ser su compañero de viaje en ésta increíble aventura que es vivir. 

Somos lo que hacemos

Eran casi las tres de la tarde cuando hace 20 años nuestras miradas se cruzaron por primera vez, fue amor a primera vista, desde entonces celebro cada día ser su compañero de viaje en ésta increíble aventura que es vivir. Coincidir con quien uno más quiere es parte importante de esos milagros que marcan nuestros días; la vida ha sido tan generosa que me ha dado el regalo de ser su papá, mi agradecimiento por ello es total.

La magia de Isabella es tan grande que ilumina cada espacio por el que cruza, su sonrisa en sí es un monumento a la felicidad, difícilmente se puede encontrar una más hermosa y transparente que la suya; es una que contagia e ilumina, es en sí una invitación a disfrutar la vida, la familia, los amigos y la enorme oportunidad de coincidir en ella.

Una de las lecciones más grandes de amor que he podido atestiguar es la forma en la que Isabella ha cuidado de su abuelo en los días más difíciles que le haya tocado vivir, no cabe duda que ambos están conectados de muchas y muy profundas maneras, desde la mano que limpia una herida hasta haber tenido el poder de encontrarlo cuando ante el temor más grande él se extravió en la Ciudad de México, e Isabella supo dónde y cuándo preguntar para encontrarlo después de haber vivido más de 24 horas de angustia y zozobra. Su sonrisa no sólo es hermosa sino también mágica.

Nuestra vida se define en parte por el equipaje emocional que nos ha tocado cargar en esta única aventura que es vivir, así como de la sombra y el cobijo con quien hemos decidido hacernos acompañar, yo he tenido la mejor suerte del mundo, mis 50 años de viaje lo he hecho al cobijo de la mejor sombra posible, mis padres y mis ocho hermanos; la vida ha sido tan grande y generosa que en adición a mis amigos y a Ale me ha dado el enorme regalo que Isabella cuidara a Emiliano, para que Emiliano haga lo propio desde donde quiera que se encuentre cuidando de todos y de Francisco su hermano menor.

La vida nos da la oportunidad de definirnos en los demás, de encontrar en nuestras coincidencias el mejor pretexto para un abrazo, un guiño, un beso, el suspiro más profundo posible o la ilusión de saber que el camino se anda con los que uno quiere y que los hijos son eso; la mejor compañía posible si la vida nos ha dado la oportunidad de hacerlos coincidir con nosotros.

Quisiera que Isabella siempre estuviera a mi lado, sé que eso no será posible porque también deseo de todo corazón que sus alas sigan creciendo para que muy pronto, cuando ella deba de iniciar el vuelo, éste sea próspero, pleno y duradero.

Todos somos hijos de alguien; me acaricia profundamente el corazón saber que la vida me permitió que Isabella fuera la mía y que ella siga contagiándome a mí, a Ale, a Francisco y a medio mundo con la magia de su sonrisa, sí, la sonrisa más bonita del mundo…

*El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.

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