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La red de complicidades

Con la detención de Genaro García Luna ex fiscal durante la administración de Felipe Calderón Hinojosa, saldrán a relucir las grandes complicidades con los hombres del sistema

Con la detención de Genaro García Luna ex fiscal durante la administración de Felipe Calderón Hinojosa, saldrán a relucir las grandes complicidades con los hombres del sistema. Hombres de negocios y políticos connotados que viven y seguirán viviendo al amparo del poder.

Sabemos que la captura de este personaje por parte de las autoridades norteamericanas, les arrojará información que delatará “santo y seña” de todos los contubernios cometidos entre el poder político y la delincuencia organizada. Han sido muchos años de impunidad y de componendas que no pueden desaparecer por decreto en un “santiamén”.

Hoy se especula que la primera huida del Chapo Guzmán estuvo orquestada desde el gobierno. Históricamente, la clase política de nuestro país está integrada por grupos o familias enteras las cuales les apuestan a todos los partidos para no perder sus privilegios. Ellos participan con el PRI o con el PAN, o crean otros partidos para ganar espacios, al fin y al cabo, la política para ellos es “un negocio”, no es para servir al prójimo.

Se sabe también, que muchos empresarios, no todos por cierto, y personas en lo particular financian campañas políticas para que una vez obtenido el triunfo, comiencen a cobrar los compromisos con contratos para ser “proveedores del gobierno” y así recuperar lo invertido en ese candidato.

Las complicidades están en todos los órdenes de la sociedad, no existe una línea divisoria entre el dinero bien habido y el mal habido, cuyos orígenes es oscuro, sin embargo, en esa cotidianeidad todos se ven beneficiados, sobre todo en la frontera norte, territorio geográfico del trasiego de droga. En estos lugares ha proliferado la inversión en grandes construcciones, en tanto el gobierno no investiga los orígenes de estas grandes obras.

La estela de las redes de corrupción ha permeado a todo el entramado social, que ha tenido un costo muy alto, sobre todo el “baño de sangre” de miles y miles de asesinatos que han ocurrido en los últimos doce años y en este año que termina se han incrementado en forma exponencial.

Por eso muchos analistas del quehacer político y social argumentan que la impunidad y la corrupción no se terminará en seis años. Tendrá que ser un proceso largo y sostenido de educación desde la base social en el nivel básico, para formar nuevos ciudadanos con valores éticos y una moral a toda prueba.

Las redes de complicidades tendrán que ponerse al descubierto aplicando la ley con severas penas que inhiban la relación de funcionarios y crimen organizado. El uso de información privilegiada para un enriquecimiento ilícito, también debe ser investigada y castigada, especialmente ahora que se han puesto de moda los “moches” otorgando contratos a personas que financiaron campañas políticas y que esperan cobrar “ese favor” con pingües ganancias.

La sociedad no puede avanzar mientras existan estas redes de corrupción que afectan la vida pública y que no basta salirse o abandonar un partido corrupto y cambiarse a otro para purificarse y dejar en el olvido todo aquello que provocó un daño al pueblo o a las arcas públicas.

La clase política, sin importar partido y las cúpulas del poder económico han sido los responsables de estas redes de complicidades y de enriquecimientos ilícitos que al terminar un periodo de gobierno se convierten en prósperos empresarios que acaban por “blanquear” las grandes fortunas mal habidas. La corrupción en nuestro país se gesta en las élites del poder y no en el pueblo.

En nuestra próxima colaboración, el 2020 ya habrá iniciado, esperemos que México también se renueve y no se quede solamente en una “esperanza de cambio y transformación”.

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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