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La historia se repite

La historia no es lineal, es cíclica y se repite cada determinado tiempo, habría que remontarnos a las décadas de los setentas y ochentas, donde algunos países latinoamericanos estaban en guerra.

La historia no es lineal, es cíclica y se repite cada determinado tiempo, habría que remontarnos a las décadas de los setentas y ochentas, donde algunos países latinoamericanos estaban en guerra. Unos simpatizaban con el cambio de sistema y elegir el socialismo como alternativa para terminar con la pobreza y la desigualdad social. Otros estaban a favor del capitalismo subdesarrollado. Era la guerrilla que se enfrentaba a los gobiernos constituidos. Los primeros eran apoyados por Rusia y los segundos por los Estados Unidos. Eran dos países imperialistas que se disputaban la hegemonía del mundo a través de la guerra fría. Existía la ilusión de trasformar la realidad e intentaban suprimir la propiedad privada sobre los medios de producción de acuerdo con la teoría ortodoxa del filósofo Carlos Marx. Hoy en día enfrentamos como nueva moda en varios países latinoamericanos la irrupción de la izquierda, que, según ellos, el capitalismo neoliberal ha traído todo tipo de males, sobre todo polarizando a la sociedad, creando grandes desigualdades.

Actualmente, la historia se repite y en Latinoamérica existen gobernantes que han dejado el poder como Luiz Ignacio Lula da Silva de Brasil; Rafael Vicente Correa Delgado expresidente de El Salvador; Alberto Fernández, recientemente electo presidente de Argentina y por supuesto, Daniel Ortega, quien enfrentó en la década de los setentas a la dictadura de Somoza en Nicaragua, el cual se ha eternizado en el poder. Todo ellos tienen en común la tendencia de izquierda y algunos han realizado buenos gobiernos cuyos resultados están a la vista, crecimiento económico, disminución de la pobreza y elevación del nivel de vida de esas sociedades. Se han quejado amargamente de los Estados Unidos por su intervención, sea pacífica o militar en asuntos que les competen única y exclusivamente a esos pueblos. El problema no es la falta de resultados, sino la tentación permanente de perpetuarse en el poder, de convertirse en una dictadura, incluso polarizando a la sociedad, debilitando o desapareciendo instituciones y colocando en ellas a personas incondicionales que votarían cualquier iniciativa a favor de su jefe, el dictador. La democracia para ellos solo se da cuando ellos están en el poder y se la pasan culpando al modelo neoliberal de todos los males y de la pobreza extrema.

La pobreza extrema solo se extinguirá cuando desaparezca el sistema capitalista y la globalización económica. La pobreza no desaparece en el capitalismo, sino que la estimula, porque el mecanismo de mercado se encarga de distribuir la riqueza en una sociedad, todo se compra y todo se vende en función del mercado, incluyendo el trabajo, hay demanda de trabajo, hay trabajo así mismo se distribuye la riqueza. Desapareciendo la propiedad privada y convirtiéndola en propiedad social terminaría la pobreza y la desigualdad de acuerdo a la teoría. Pero, no, lo que buscan estos gobernantes con el velo de demócratas es erigirse como dictadores, perpetuarse en el poder. Muchos de ellos, se creen iluminados, la patología del poder está presente.

La historia se repite, el hermano mayor del socialismo en América es Cuba, espera la llegada de nuevos mandatarios que aspiran a convertirse en dictadores. Un fantasma recorre Latinoamérica y no es el comunismo, menos el socialismo, es la ambición por idiotizar a las masas más pobres con el señuelo de un paraíso terrenal, otorgándoles dádivas, en lugar de ponerlos a trabajar. Da la impresión también de vivir en la época medieval, donde el rey concentraba el poder y nadie tenía la osadía de contradecirlo. No es premonición, pero da la impresión que en el futuro viviremos escenas de este tipo.

*- El autor es economista egresado de la UABC.

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