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 La delgada línea

Y es que, sin duda alguna, una y otra vez, sale a relucir la realidad en el sentido de que, si tuviéramos que resumir en una palabra todos los males que corroen y pervierten la convivencia diaria entre los mexicanos en este bendito país, esa sin temor a equivocarme sería... impunidad.

"Para ser libres hay que ser esclavos de la ley"

Cicerón

Dicen por ahí, y dicen bien, la realidad es terca.

Y es que, sin duda alguna, una y otra vez, sale a relucir la realidad en el sentido de que, si tuviéramos que resumir en una palabra todos los males que corroen y pervierten la convivencia diaria entre los mexicanos en este bendito país, esa sin temor a equivocarme sería... impunidad.

Cuando al crimen no le corresponde un castigo.

Cuando el poder político y económico corrompe la ley.

Cuando el que debiera hacerla y perfeccionarla hace todo lo contrario.

Cuando quien gobierna la tuerce para amenazar o amedrentar. Cuando quien la dicta y ejecuta deja de lado su independencia para someterse a designios e intereses perversos...

Cuando el escenario pinta así... la delgada línea entre el orden y el caos, entre la virtud y la perversión, suele ser tan fácil de trasgredir, que, en un acto quizá de instinto de conservación, los ciudadanos preferimos(sin justificarlo) hacernos de la vista gorda ante la desesperanza implícita de no ver quién pueda o al menos quién se atreva a cerrar la puerta a pesar de que todos vamos en el mismo barco que se hunde irremediablemente en las turbulentas aguas de un contrato social trastocado y violado con tanta frecuencia que incluso hasta la capacidad de asombro se pierde.

En este contexto, lo sensato, correcto e inteligente que debemos hacer los ciudadanos es tener la capacidad de autocrítica sobre lo mucho que de igual forma dejamos de hacer respecto a nuestros compromisos, obligaciones y responsabilidades en el ámbito privado y público.

Sin duda alguna todos somos arquitectos de nuestro propio destino, es por ello que a pesar de que en muchos sentidos pareciera que la batalla está perdida, lo peor que pudiéramos hacer es dejarnos deslizar aún más en el tobogán de la crisis, que, estemos ciertos, aún puede ser peor si no actuamos en consecuencia.

Siendo así, con altura de miras y mucho más allá de las filias y las fobias en las que tan lamentablemente estamos inmersos los mexicanos en un país con una sociedad peligrosamente polarizada hoy en día, abonemos para bien aportando una buena dosis de tolerancia y capacidad de escucha con el afán de propiciar lo contrario pensando más bien en acercarnos y no alejarnos.

Asumamos con entereza que vivimos tiempos muy delicados en México.

Actuemos con la responsabilidad que nos corresponde desde la sociedad civil para hacer lo correcto y estar a la altura de las circunstancias, lo anterior a la par de esperar lo mismo por parte de nuestros gobernantes en todos los niveles a sabiendas de que solo juntos, cada quien, desde su trinchera, debemos actuar en consecuencia ante el mayúsculo reto que implica avanzar en medio de tanta incertidumbre pensando en que la responsabilidad compartida es enorme.

*El autor es editorialista local/consejero CDEM.

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