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La caída del bonillismo

La decisión que tomó la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre la llamada “Ley Bonilla” que buscaba ampliar el periodo de gobierno de Baja California a cinco años, votada por unanimidad el lunes pasado, representa un profundo descalabro para Morena y en particular para el gobernador Jaime Bonilla que fue el iniciador de todo este escándalo.

La decisión que tomó la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre la llamada “Ley Bonilla” que buscaba ampliar el periodo de gobierno de Baja California a cinco años, votada por unanimidad el lunes pasado, representa un profundo descalabro para Morena y en particular para el gobernador Jaime Bonilla que fue el iniciador de todo este escándalo.

La corte no sólo declaró como inconstitucional el proyecto que buscaba agregar tres años, sino que además lo calificó como un fraude que, en palabras del ministro Arturo Saldívar, fue resultado de “una maquinación a través de la cual se pretendió burlar la voluntad popular, usando la Constitución para violar la Constitución (además) de minar la democracia y el principio democrático”.

Con la Ley Bonilla en BC, según el ministro Saldívar, “se pretendió dar la vuelta a todos y cada uno de los principios que nuestra Constitución establece para proteger la integridad del sistema democrático”.

Esta “maquinación”, como se sabe, la llevaron a cabo los diputados locales del PAN pero también los de Morena, algunas instancias como el Tribunal Electoral del estado pero, sobre todo, se fraguó y se movieron todos los hilos desde la oficina del gobernador Jaime Bonilla, avalado y apoyado por sus asesores y principales colaboradores de gobierno.

Era un proyecto equivocado y plagado de errores como lo dijeron varios especialistas en el tema, además de algunos partidos, pero para el grupo de Bonilla, curtidos en las argucias legales, había todas las condiciones para poder ganar, especialmente después de un triunfo apabullante, teniendo el aval de Yeidkol Polesvsky como dirigente de Morena y una relación estrecha con el presidente.

Desde ese momento, es decir, desde que esa idea se fraguó hasta ahora en que la Suprema Corte declara lapidariamente que fue un fraude maquinado, Bonilla y su gobierno vivieron un intenso proceso de desgaste político, ventilando diferencias con varios miembros de Morena, con los medios y la prensa nacional, y dividiendo a la sociedad bajacaliforniana.

Pero el proceso también ha arrastrado a Morena y a su congreso local dominado por ese partido, que aprueba todas las iniciativas de Bonilla, además de haber organizado una “consulta” para avalar el periodo de gobierno de cinco años. Morena aparece como un partido subordinado, sin estructura y, como ya se ha hecho costumbre, como un partido cuyo único interés es incorporarse a la nómina de su gobierno.

En este contexto, el gobierno de Bonilla, apostando a que la Corte aprobaría los cinco años, ha consumido sus primeros meses enarbolando la bandera del combate a la corrupción, tratando de perseguir al ex gobernador Francisco “Kiko” Vega y algunas cosas más, pero en esencia no hay hasta ahora proyectos sustanciales y de fondo.

El desprestigio y el deterioro político del gobernador y de Morena son ya latentes en BC, un proceso que se ha agudizado, además, por los desencuentros que ha tenido con las autoridades encargadas de la pandemia del Covid 19 a nivel nacional, por los cambios en la dirigencia de Morena y por el claro distanciamiento con López Obrador.

Por si ya se ha olvidado por los morenistas en BC, el capital político de Morena antes y después de las elecciones de 2018 y 2019 residía en la autoridad moral que representaba con respecto al resto de los partidos políticos. Su ventaja era la corrupción y las transas de los demás partidos, sobre todo del PAN y del PRI, pero ahora todo eso ya no está muy claro. Morena está siguiendo el mismo camino de los otros y actúa igual.

Si Morena quiere rectificar y enmendar su camino después de la decisión de la Corte, tendría que hacer cambios en el interior del grupo que gobierna, dominado y controlado por el gobernador Bonilla y sus asesores. Es posible que desde la presidencia u otras instancias nacionales se promuevan cambios a ese nivel, aprovechando esta coyuntura.

Se ve muy difícil que lo pueda lograr, sobre todo porque Morena en BC, en manos de Bonilla, se mueve como un partido pragmático, sin ideología y sin un proyecto político de mediano plazo. Su base de acción sigue siendo el dinero y el clientelismo, y una idea excesivamente ramplona del poder. Conseguir el poder por el poder.

Con Morena en el gobierno en BC no ha llegado un cambio y empieza a surgir la decepción, el desencanto y el enojo con la forma en que se hacen las cosas. La decisión de la Corte va a profundizar esta sensación y este malestar. No se trata de remplazar a unos corruptos por otros o a unos partidos por otros, que en esencia siguen siendo iguales.

La Corte le ofreció una segunda oportunidad a los bajacalifornianos de cambiar y corregir sus errores a la hora de votar.

* El autor es analista político.

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