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Ignorancia pandémica

Las pandemias y hambrunas han sido una constante a lo largo de la historia universal. Muchos de nuestros mitos y religiones incluyen referencias a estas crisis colectivas aludiendo a poderes místicos y superiores que infligían dichas calamidades a los simples mortales.

Las pandemias y hambrunas han sido una constante a lo largo de la historia universal. Muchos de nuestros mitos y religiones incluyen referencias a estas crisis colectivas aludiendo a poderes místicos y superiores que infligían dichas calamidades a los simples mortales. Es decir, estas plagas eran de alguna manera obra de algún ser inmortal utilizadas para escarmentar a seres humanos.

Conforme llegaban los avances científicos y tecnológicos, la capacidad del hombre para abordar estas crisis colectivas fue progresando. Nuestros ancestros entendieron paulatinamente que estas calamidades no eran fruto de un castigo divino sino producto de la fuerza destructora de la naturaleza y, sobre todo, consecuencia de la ignorancia humana.

El siglo XX fue el último siglo de la historia que presenció grandes catástrofes colectivas como la gripe española (40-50 millones de muertos) o la Gran Hambruna China (15-45 millones de muertos). Si bien los orígenes de la primera no son conocidos y se trató de un virus que se propagó (no obra de un ser divino), la segunda fue mayoritariamente producto de la ignorancia humana.

En pleno siglo XXI, las víctimas de estas crisis colectivas son infinitamente menores a las de siglos pasados y, por lo general, nuestros gobiernos están equipados para responder y mitigar. La cifra de víctimas es correlativa a la capacidad de respuesta de cada gobierno. La solidez de un sistema de salud y de administraciones públicas es desafiada existencialmente en estos momentos.

Muchas de las enfermedades infecciosas que han plagado a sociedades agrícolas e industriales (viruela, sarampión, tuberculosis) han sido originadas en animales domesticados por el hombre (Y.N. Harari). Es decir, nuestra insistencia por consumir distintos tipos de animales ha resultado en la propagación de diversos virus. Si bien la propagación viral es un proceso natural, sus orígenes son consecuencia, otra vez, de la ignorancia humana.

En el caso del Covid-19, una hipótesis indica que su nacimiento puede trazarse a los mercados de animales en Wuhan China. Dichos mercados son conocidos por vender animales de todo tipo (muchos portadores de infecciones); desde aquellos considerados como parte de la “dieta normal” como pollo o cerdo, hasta víboras, conejos y murciélagos. Si bien el contagio se da por vías respiratorias, esta combinación de infección animal y pésima salubridad es ideal para propagar el virus. Valdría la pena reexaminar nuestras dietas a base de animales que además de estas consecuencias son altamente contaminantes para el planeta e involucran niveles inauditos de sufrimiento.

En estos tiempos de pandemia, vale la pena leer La Peste de Albert Camus. Dicha novela narra la historia de una plaga que se propaga en un pueblo argelino durante la ocupación francesa vista desde múltiples perspectivas. Un tema que el lector se lleva a lo largo del libro es que las peores epidemias no son biológicas sino morales. Las crisis pandémicas revelan nuestras carencias, inquietudes y vicios. Es momento de reexaminar todas nuestras conductas que individual y colectivamente nos han llevado hasta este punto.

*- El autor es abogado y estudiante del programa Atlantis en Syracuse University/Hertie School of Governance.

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