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Hace medio siglo

Todos los medios informativos celebraron esta semana el aniversario del increíble viaje del Apolo 11 a la Luna.

Todos los medios informativos celebraron esta semana el aniversario del increíble viaje del Apolo 11 a la Luna. Llevó a los astronautas, los alunizó y los trajo de regreso a casa sanos y salvos. “Un gran paso para la humanidad” dijo Neil Armstrong, mientras daba un pequeño paso para ser el primer humano en pisar en Selene. La aventura resultó tan increíble que todavía hay millones de personas que creen que todo fue un montaje al estilo Hollywood. Otros creen que los astronautas vieron tecnología extraterrestre y su emisión por TV fue censurada por varios minutos. El caso es que además de ser uno de los más grandes logros de la humanidad, también lo ha sido de controversias.

Otro hecho que abona al misterio del hombre en la Luna es que tan pronto alunizaron otras expediciones, la Ciencia Aeroespacial se olvidó de ese avance y se acabaron las visitas humanas a Selene. Este año, al parecer con motivo del Cincuentenario se anuncia un renovado interés por regresar al satélite y con el enorme progreso tecnológico conseguido en este medio siglo, con toda seguridad que tendremos resultados tan inesperados como espectaculares. Y mientras la NASA se ocupaba en desarrollar los diferentes programas que culminaron con el Apolo 11, aquí en mi tierra, con mis amigos aventureros, nosotros planeábamos explorar la Sierra de San Pedro Mártir.

En el próximo “Estilos” de La Crónica, relato algunas expediciones hacia la sierra más alta de la península de Baja California. Este domingo quiero compartir con el ecológico lector la siguiente vivencia. Don Miguel Valencia Zúñiga, amigo y compañero de caza y pesca de mi padre, nos organizó nuestro primer viaje de exploración al escarpe oriente martirense. No nos acompañó, pero un amigo suyo, Ceferino Briceño, a su vez amigo de Ignacio Ramírez, propietario del rancho Santa Clara en Laguna Diablo, nos llevó en su camión de redilas, entre pacas de alfalfa y sillas de montar, a Miguel y Rafael Valencia Gastélum y este narrador hasta el pie de San Pedro Mártir.

Ignorantes de lo que este escarpe representa, nos ensillaron tres caballos y nosotros sin saber montar, seguimos al vaquero guía hasta El Copal y El Copalito, cañadas al sur de la famosa El Diablo, por donde se sube hasta su picacho y se ven ambos mares. En otra ocasión relataré las peripecias de aquel viaje de hace medio siglo. Hoy recuerdo a una venerable señora mayor que estaba en Santa Clara la primera noche que pasamos en el rancho. Mis amigos Valencia relataron orgullosos la hazaña de Armstrong y Aldrin, de hacía apenas dos meses atrás. De pronto, la callada señora sentada en la esquina de la cocina se paró y gritó ¡Mienten! Luego explicó: “Esa noche no había Luna, entonces no pudieron llegar a ella como ustedes dicen”.

Todos quedamos callados por respeto a su avanzada edad y ser si no dueña, quizá copropietaria de aposento que nos albergaba. Hace medio siglo llegamos al escarpe martirense por primera vez.

*- El autor es investigador ambiental independiente.