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Gobiernos de Morena sin morenistas

El llamado Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es la primera vez que va a gobernar en Baja California, ocupando la gubernatura, los cinco municipios y el congreso estatal.

El llamado Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es la primera vez que va a gobernar en Baja California, ocupando la gubernatura, los cinco municipios y el congreso estatal. Es difícil determinar qué es Morena y cómo van a ser sus gobiernos, tanto a nivel municipal como estatal. Particularmente porque los equipos que se han integrado hasta ahora en las cinco alcaldías no pertenecen al partido de Morena, sino que tienen su origen en el PRI o en el PAN, sobre todo en los cargos principales.

Este es el rasgo más dominante hasta ahora, aunque tienda a pasarse por alto en la mayoría de los medios de comunicación y en la conversación política. El dato es fundamental porque en realidad en esta mezcla de priismo y panismo que está siendo Morena en BC para gobernar, lo que está haciendo es colocar en los gobiernos a la clase política que fue derrotada en las urnas en la pasada elección local. Si esto no es una paradoja, entonces no se sabe qué es.

Morena, como lo he venido escribiendo en estas páginas, no es un partido diferente o una organización nueva y con una composición política distinta, sino que en esencia es un partido que se integra por viejos cuadros del PRI de los años sesenta y setenta del siglo pasado, así como por varios cuadros panistas que dominados por la ambición personal (en algunos casos) emigraron hacia Morena en distintos momentos.

De ahí que no sea casual que en la mayoría de los puestos clave de los gobiernos municipales (y próximamente el estatal), aparezcan cuadros ligados al PRI o al priismo en general, en menor medida al PAN y, más abajo, en los puestos técnicos, un personal aparentemente despojado de intereses partidistas. Pero en ninguno aparecen miembros claramente de Morena, aquellos que participaron en su construcción y se han movilizado electoralmente para el triunfo de este partido.

Esto quiere decir que es, contradictoriamente, Morena quien trae de nuevo a esta vieja clase política que ya ha sido reprobada en las urnas y rechazada una y otra vez por los ciudadanos. Es decir, a través de Morena, van a gobernar los mismos (partidos) que ya lo hicieron en años recientes en BC y cuyos resultados han significado un profundo desastre en todos los planos.

Tenemos, así, una alternancia en el gobierno dominada por la vieja clase política, lo que en lugar de crear nuevas expectativas entre la población está generando mucho escepticismo en torno a los nuevos gobiernos, un clima propiciado a su vez por el conflicto que detonaron los propios directivos de Morena al tratar de modificar el periodo de gobierno. Es la primera vez que un gobierno llega en tan malas condiciones en BC.

Pero hay varios problemas más. Los cinco municipios tienen ingentes problemas de inseguridad y violencia, problemas de movilidad y de servicios urbanos, la mayoría sin recursos y múltiples deudas, todo como herencia de las administraciones pasadas. Esto reduce el margen de maniobra de los nuevos alcaldes y los obliga a repetir y a seguir los viejos esquemas que ha usado el PAN en los gobiernos.

El siguiente problema es que así como está Morena, con viejos priistas y panistas o aliados disfrazados de morenistas, más otros que se sumen en el camino, va a ser una olla de presión constante, sin cohesión política, sin dirección y puntos comunes en su visión ideológica, con cuadros dominados por la ambición y la necesidad de ascender y competir en la inmediata elección que está a la vuelta de la esquina.

La apuesta o la ventaja que representaría la coordinación de los tres niveles de gobierno (federal, estatal y municipal) es bastante relativa, pues nunca ha funcionado porque el federalismo y los acuerdos inter-gobiernos siguen un camino tortuoso e ineficaz, a pesar de los cambios que puedan generarse durante el gobierno de López Obrador. El único que puede salvar a los ayuntamientos de BC es AMLO, y no se ve que pueda suceder.

Para hacer más complejo este panorama que tiene Morena en BC, hay que agregar un punto central en la organización y la actuación de sus gobiernos locales: la marcada ausencia de un liderazgo político, o de varios liderazgos, con autoridad moral (como la que proclama AMLO), que aglutinen los esfuerzos alrededor de una perspectiva común y de un proyecto distinto de gobierno. Morena no los tiene y va a ser difícil que Bonilla u otros viejos cuadros del priismo lo sean.

Todos los gobiernos, incluido Morena, requieren el apoyo y el sostén de un partido político para llevar a cabo sus proyectos, pero Morena no lo es, no por lo menos en el sentido tradicional. Hasta ahora es una amalgama de priismo y panismo, con sus viejas ideologías (y sus mañas), sin un objetivo claro en cuanto a lo que quiere lograr. Es como si el bipartidismo que ha gobernado en BC se hubiera unido y hoy se represente en Morena.

Es difícil esperar que haya un cambio. Pero me gustaría equivocarme.

*El autor es analista político.

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