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¿Estamos Mejor?

Creo firmemente que López Obrador debió ser un presidente con un profundo sentido social que acabara con la superficialidad y corrupción que le precedió.

“Somos lo que hacemos”.

Creo firmemente que López Obrador debió ser un presidente con un profundo sentido social que acabara con la superficialidad y corrupción que le precedió, por ello el amplísimo voto mayoritario en la elección del 2018. Malhaya la hora en la que muchos pensamos que su presidencia marcaría para bien el destino de nuestro país; AMLO no cambió un ápice su terquedad populista, su sinrazón absoluta que hace que o seas lacayo o enemigo, su cortoplacismo manifiesto en proyectos sin sentido, sin estudios previos, sin viabilidad económica, social o ambiental, ya sea se trate de Dos Bocas, del Tren Maya o de la contrareforma eléctrica.

No deseo volver a una presidencia como la de Peña Nieto, pero haré todo lo posible para que políticos de quinta, como los que hoy en su inmensa mayoría acompañan al presidente no regresen, desde los gobernadores oportunistas que renunciaron a defender a su gente hasta alcaldes temerosos de alzar la voz, cuando la inseguridad, las deudas, la nula obra pública son el denominador común en nuestros municipios, pero eso sí, se toman la fotografía durante la marcha del pasado domingo 27 de Noviembre como si ese pinche orgullo, acompañar al presidente en su marcha, no fuera un acto de genuflexión indigno de representarnos ante tanta pinche carencia presupuestal provocada por políticas hacendarias absurdas, populistas y clientelares. La tesis del gobierno federal es muy clara, cooptar la voluntad popular a través de dádivas, de políticas clientelares que aseguren una generación de ciudadanos mediocres carentes de educación de calidad, por ello la cancelación de toda evaluación educativa, precarios de salud, producto del desmantelamiento del Seguro Popular, con miles de familias enlutadas con la pena de enterrar a un ser querido producto de un gobierno federal que ha preferido obsequiar abrazos a combatir a tanto hijo de puta con balazos, con el uso de la fuerza legítima del Estado mexicano, con un reforma judicial que los lleve a la cárcel y no con el uso de una Guardia Nacional que les sirva de parapeto tal y como consta de manera cada vez más evidente en prácticamente todo el territorio nacional.

AMLO no tiene plan B, intentó llevar la revocación de mandato junto con la elección intermedia del 2021 y no sólo no pudo, sino que perdió la votación de forma contundente y con ello su pretensión de ampliar su mandato; no olvidar el intento de Bonilla en nuestro ni la intentona de ampliación de término para el ministro Zaldívar, por lo que torpemente decidió adelantar el proceso de sucesión.

López Obrador no es un visionario, es un hombre de ocurrencias, por ello sus corcholatas, mire que proponer a Sheinbaum es claro ejemplo de su inmensa irresponsabilidad; debemos tener presente que la popularidad es la él, no la de quien estará en la boleta en el 2024; por ello la urgencia por debilitar al INE, ese organismo autónomo del estado que no solo garantizó su triunfo, sino que ha sido garante de la elección de 24 gobernadores de MORENA durante los últimos 4 años.

Ni erradicó la corrupción, sino lo contrario, ni somos un país más seguro, ni crecemos, ni tenemos más obra pública, ni la pobreza ha disminuido; lo que sobra es mucha pinche simulación. La reflexión es muy sencilla, así como en el país, en nuestro estado, ¿Estamos mejor?

*- El autor es empresario, ex dirigente de la Coparmex Mexicali.

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