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El pelotón chiflado

Dos actos sucedidos en menos de una semana, en donde se vieron envueltos policías municipales de Mexicali, marcaron la agenda mediática e inmediata. 

Dos actos sucedidos en menos de una semana, en donde se vieron envueltos policías municipales de Mexicali, marcaron la agenda mediática e inmediata. El 28 de octubre, el señor Amaya hizo una llamada al C4 y denunció violencia familiar, una discusión verbal con su hija fue el motivo.

Cuando los agentes municipales llegaron a la vivienda, su hija, la agente municipal, Elizabeth Amaya, ya se había retirado del lugar, junto con su hijo William Antonio. Los agentes municipales que acudieron al llamado en la patrulla 2721, Óscar Alfonso Sánchez Navarro y Víctor Alfonso Guevara López, siguieron el auto Mitsubishi rojo, donde iba Elizabeth y su hijo.

Ella comenta que no se percató de las sirenas, sin embargo, los agentes aseguran que sí lo hizo y que incluso iba rebasando autos, hasta lograr introducirse al Motel Las Flores, donde labora su madre, Elizabeth Burgueño. Los videos del negocio muestran a tres agentes que someten de manera violenta a la señora de 53 años de edad. Fue entonces que la agredida interpuso una denuncia por abuso de autoridad y utilización de fuerza desmedida.

Pareciera que en la revisión inicial de esta querella que está siendo investigada en sindicatura municipal, estaría pesando el dilema de la violencia familiar, el que sea una agente municipal la hija de la víctima, el que se hayan introducido a un negocio a toda prisa o que haya sido un familiar quien interpuso la denuncia por violencia.

Pero, por qué si hay una presunta víctima denunciante, no se concentran en ese hecho y dejan para un segundo expediente, el comportamiento de la agente municipal hija de la víctima. Si es que actuó de manera irregular.

Lo que llama la atención es que esta situación está enmarcada en un discurso de protección a la mujer, del reforzamiento de estos plenas y programas e incluso de la creación de escuadrones y patrullas rosas, pronunciados tanto por la alcaldesa, Marina del Pilar Ávila Olmeda y la directora, María Elena Andrade.

En este caso se tambalea, ya que se observa a tres agentes incapaces de someter, con técnicas policiacas, a una mujer, quien es la denunciante. Intentar desacreditar el comportamiento de su hija al interior de la corporación policíaca, es irrelevante en este caso particular, ya que ni es la denunciante, ni la denunciada.

En un segundo acto: el agente, Alberto Landeros golpea salvajemente al interior de una patrulla al detenido, de nombre José Manuel López (aunque en Facebook se hace llamar José Manuel Elizalde). En menor intensidad participa el también policía municipal, José Adrián Contreras. La cámara de vigilancia de la patrulla grabó todo lo sucedido ese 5 de marzo.

Exhibió a un agente Landeros frenético, violento, incontrolable y a un Contreras omiso y sumiso. Este segundo caso es más elocuente y evidente en la fuerza empleada. Pero en ambos hay matices de aplicación abusiva, errónea, exagerada de la fuerza y sometimiento del detenido. Cursos de Calea, en entre dicho, cuando menos en estos casos concretos.

Preparación, compromiso con la población y corporación, reprobados, en estas acciones. De ninguna manera se podría afirmar que son todos malos policías, pero, de no haber consecuencias en este y otros posibles casos venideros, la situación se saldría de control. Nadie desea tener un pelotón chiflado y abusivo, cuidando tu seguridad. La verdad sea dicha.

* La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali

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