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El mal cálculo de Movimiento Ciudadano

El dirigente nacional del partido Movimiento Ciudadano (MC), Dante Delgado, expresó hace unos días que su partido no se integrará a la alianza electoral formada por el PAN-PRI-PRD para las elecciones presidenciales de 2024.

El dirigente nacional del partido Movimiento Ciudadano (MC), Dante Delgado, expresó hace unos días que su partido no se integrará a la alianza electoral formada por el PAN-PRI-PRD para las elecciones presidenciales de 2024. La razón que manifestó fue que esos partidos representan el pasado, o la vieja política, mientras que el suyo representa o aspira a representar lo nuevo. Algo así.

¿Cuál es el cálculo político que hace el viejo líder de MC? Es muy simple: que a pesar de que le vaya mal, le puede ir bien. Es decir, aunque no tenga ninguna posibilidad de ganar la presidencia, puede quedarse con algunos escaños en la Cámara de Diputados. Dante Delgado no está pensando si es fundamental participar junto con los partidos de la alianza (Va por México) en un momento clave del país. No, está pensando cómo puede beneficiar a su partido en esta coyuntura electoral.

La ventaja que MC está visualizando es que este partido tiene hasta ahora un par de candidatos que pueden ser atractivos para un electorado joven: Samuel García, actual gobernador de Nuevo León y Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, pero también cuenta con Luis Donaldo Colosio Riojas, actual alcalde de Monterrey que, sin postularse, alcanza niveles aceptables en los sondeos preliminares.

En los cálculos de Dante, estos candidatos por sí mismos, pueden atraer un caudal importante de votos de un sector joven de la población, aprovechando el malestar contra los viejos partidos y el rechazo que cada vez más está generando Morena como opción electoral.

Su propuesta se basa en estos factores más que en una plataforma relevante o verdaderamente alternativa. Se trata de sacar raja de los defectos de los otros partidos y de la coyuntura electoral, como cualquier partido oportunista que no le importa el futuro del país.

El cálculo es este: en un escenario electoral conformado por dos grandes fuerzas, una representada por Morena y sus aliados y la otra por los partidos de la alianza, habrá seguramente una parte del electorado que busque una “tercera vía”, como también le gusta autodefinirse a su dirigente, votando por MC y sus candidatos.

Este escenario es factible, pero no toma en cuenta lo siguiente. Que en una elección con el nivel de polarización que va a tener la de 2024, las opciones preponderantes serán A y B, y no la tercera alternativa. Salvo que esta última, por alguna situación determinada, despuntara durante la campaña. Sin embargo, parece muy remoto que esto suceda justamente porque será una elección “de dos” opciones, en donde la tercera será marginal.

El otro factor cuestionable del cálculo de MC es el voto de los jóvenes. Es un error conceptual sostener que los jóvenes en México no votan porque no se identifican con los partidos o los candidatos viejos y sí, en cambio, con los más jóvenes. No es así. Los jóvenes de entre 18 y 35 años no votan por razones más complejas, entre ellas porque no ven en la política una vía para resolver los problemas sociales. No es un problema de edad lo que está en juego.

Entonces, pensar –como lo hacen muchos políticos y políticas en tiempos electorales- que si se presenta al electorado una opción “más fresca” o juvenil, será más fácil atraer el voto de los jóvenes, es un error que puede tener costos en las urnas. Simplemente hay que ver la contradicción que representa que un líder sempiterno, como Dante Delgado, sea el que hable mal de los partidos viejos y convoque a votar a los jóvenes.

Lo que en realidad está haciendo MC es que en vez de sumar sus pocos o muchos votos a la alianza de partidos que va a competir con Morena, se los está restando, ayudado con ello a que la victoria de Morena sea más fácil, como si no hubiera en este momento una situación en la que Morena pretende construir una hegemonía con tintes autoritarios.

Es válido que MC no quiera ir en alianza con otros partidos y también que sólo le interesen sus propias ventajas como partido, pero es reprobable que no tome en cuenta que en esta coyuntura especial la única posibilidad de competir y, eventualmente, ganar la presidencia para la oposición es participar unidos.

Esta es la idea que se está posicionando cada vez más en el imaginario social del país, sobre todo porque, como contraparte, hay un embate muy fuerte desde la presidencia por desarticular y debilitar todos los esfuerzos de los partidos de oposición de cara al cambio presidencial.

El escenario que la presidencia de AMLO quiere construir es el de una oposición fracturada, que divida los votos de la oposición frente a Morena, o bien, como ha quedado demostrado con la reforma electoral recién aprobada por sus diputados, minar al INE, desarticularlo para que no pueda llevar una elección eficaz.

*El autor es analista político

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