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El arte de lo posible

En más de una ocasión en mis editoriales, he reflexionado sobre lo lamentable que resulta el hecho de que la política esté secuestrada y pervertida por mercenarios profesionales disfrazados de “políticos”. 

“Si tus principios controlan tus decisiones de hoy,

las de mañana se cuidarán ellas mismas”

Shidle



En más de una ocasión en mis editoriales, he reflexionado sobre lo lamentable que resulta el hecho de que la política esté secuestrada y pervertida por mercenarios profesionales disfrazados de “políticos”.

Es justo reconocer que existen sobradas excepciones de funcionarios públicos en verdad comprometidos con su tarea de servicio, sin embargo, esa camarilla de gente sin escrúpulos que también abunda y cuyas características dan vida a un monstruo de letal conformación ausente de toda ética y principios, proclive a la perversidad, la corrupción, el cinismo, la traición y la componenda de una conducta desvergonzada hasta rayar en lo indecible representan un pesado lastre para el avance de nuestro país y estado.

Sin duda alguna la política no es eso.

Como ciudadanos no debemos convencernos de que quienes nos gobiernan no tienen remedio. Sería un error pues a final de cuentas, con nuestra apatía, daríamos pie a que sean precisamente ellos ó sus clones de ocasión los que nos seguirán gobernando a pesar de que los detestamos.

En contrapartida, tenemos que lograr conformar y sentar las bases para impulsar a quienes en verdad quieren hacer política de la buena, esa que al ejercerla con vocación y principios éticos representa el arte de lo posible; la del valor de la palabra empeñada que se cumple; la que da sentido a la reciprocidad del compromiso mutuo establecido con la firme idea de que se cumplirá; la que hace alarde de la tolerancia y se presta a generar consensos; la que prioriza el respeto por el bienestar general antes del particular; la que piensa en grande con visión de futuro para las nuevas generaciones; la que encuentra en la pluralidad de ideas el sustento de una propuesta enriquecida…

No podemos seguir esperando a que alguien más haga lo que nosotros no estamos dispuestos a construir.

La sociedad civil inmiscuida en la vida pública es la única que podrá encauzar esta lucha que tanto nos urge ganar… que tanto merece la pena llevar a cabo… con la idea de gestar la aparición de una nueva generación de servidores públicos que comprendan la imperiosa necesidad que tiene el ánimo social aletargado por tantas promesas incumplidas con la idea de conformar una suerte de plataforma de relanzamiento en un mundo en donde la competitividad es la palabra.

Hoy más que nunca, desde la trinchera de la sociedad civil, es por donde mejor podremos hacer presión para que las autoridades en turno se sujeten a sus responsabilidades y hagan valer la confianza que se les otorga a través del voto. Asumamos con entereza la realidad en el sentido de que quienes pervierten y prostituyen el ejercicio de las funciones públicas pugnan por minimizar, si se puede anular, el escrutinio de la sociedad civil organizada con el objetivo de hacer y deshacer sin que nadie se interponga en su camino.

En este contexto, en unos cuantos días más, habrán de iniciar las nuevas administraciones municipales en Baja California cuyos alcaldes considero merecen el beneficio de la duda respecto a la lógica expectativa favorable en cuanto a los resultados de su gestión de gobierno por parte de una ciudadanía, que, lo dicho, deberá inmiscuirse para bien si quiere forjar la postura necesaria a la hora de pretender exigir que se le cumpla lo prometido.





*El autor es editorialista local/consejero CDEM.

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