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Crisis fronteriza

Por el derecho a la libertad de expresión.

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La situación del movimiento de relocalización de familias y personas en el mundo es impresionante. Los diversos motivos que las producen son, de alguna manera, los mismos en todos los países expulsores. La pobreza, la falta de oportunidades, la delincuencia, el crimen organizado, entre otros muchos factores, están forzando la salida de familias enteras buscando mejores condiciones. Lo que inició en el Mar Mediterráneo con africanos tratando de llegar a los países europeos, y que fue visto con terror y preocupación en todo el mundo, ahora es una realidad en la frontera entre los Estados Unidos y México. Actualmente podemos encontrarnos en la esquina de cualquier calle, con africanos, asiáticos, centro y sudamericanos o de cualesquiera países del mundo. De un momento a otro nuestras ciudades se internacionalizaron y comenzamos el proceso de integración y aculturación, sin mediar ninguna estrategia gubernamental y sin tener conocimiento de causa. Esto ha devenido en encuentros agradables y, también, en actitudes que rayan en el racismo.

Quienes llegan a nuestro país lo hacen con la intención de utilizarlo como un paso obligado hacia su destino final. En ese afán han provocado múltiples reacciones, algunas de ellas de rechazo total, por las conductas poco amables y de franca delincuencia que han aparecido entre los migrantes. También han sobresalido quienes al darse cuenta de las difíciles condiciones que tienen que enfrentar para cruzar el muro de Trump, desisten y prefieren asentarse se manera legal en nuestro país y buscar trabajo. Estos, que son muchos, son inteligentes y saben que deben de respetar la Ley. Los otros se dedicarán a la delincuencia como lo hacían en sus países de origen.

Sin embargo, este exagerado flujo de migrantes está creando situaciones de crisis graves, que deben atenderse con prontitud para evitar males mayores. En México, las condiciones de los detenidos y encerrados en centros de detención adaptados para ello, no les brindan las condiciones de higiene necesarias, ni les aseguran un buen trato debido al hacinamiento. Ya ha habido motines y otras manifestaciones graves dentro de ellos, aunque al parecer aún no se han tenido fatalidades. En USA, las cosas no son diferentes. El hacinamiento, las condiciones de los sitios asemejando cárceles; la falta de cuidados de salud proporcionados por médicos y enfermeras; la alimentación, el agua potable y las posibilidades de tener condiciones higiénicas tampoco existen. El maltrato a los migrantes en ambos países es denigrante. Si bien es cierto que se denunció un sitio en el Facebook en USA, donde algunos agentes de migración hacen comentarios racistas y se burlan de las fatalidades, lo cierto es que está en investigación. En México debe existir la misma situación de incomprensión, racismo y burlas contra quienes buscan una mejor condición de vida para ellos y sus familias.

La crisis en la frontera no tiene cuando acabarse o, cuando menos, disminuir. Al contrario, se incrementarán las filas de migrantes caminando desprotegidos hacia un destino incierto. Por lo que es imperativo buscar estrategias fuertes y consistentes, para atender el vía crucis de estas personas. México y Estados Unidos están obligados a hacerlo. Vale.



* El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.