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Congreso, me disgusta su modito

En el pasado proceso electoral la ciudadanía bajacaliforniana decidió terminar de tajo, radical y contundentemente con 30 años de panismo.

¿Y los contrapesos apá?

La pregunta es sencilla y a la vez compleja.

Y de ahí, viene otra ¿Cómo decirle que no al gobernador?

En el pasado proceso electoral la ciudadanía bajacaliforniana decidió terminar de tajo, radical y contundentemente con 30 años de panismo.

Metió todas las canicas en una misma bolsa, la de Morena, sin dejar una mínima duda de su castigo y de su hartazgo al sistema blanquiazul.

Se creyó que con ese montón de poder que se les entregaba, los políticos desde el gobernador, pasando por los alcaldes, hasta llegar a los diputados, además de la presidencia del país, las cosas serían más fluidas y positivas.

Es el camino que el electorado decidió transitar, con todo lo que eso conlleva, un nuevo aprendizaje, las nuevas generaciones haciendo política en un inédito territorio.

Las generaciones maduras tratando de reinventarse, de repensar el contexto político, los grupos de poder midiendo las capacidades de quienes los gobernarían y los de facto, asumiendo su nuevo papel. Responsable o irresponsablemente, depende del ángulo de análisis.

Siempre hemos estado convencidos de que es en el Congreso donde se tejen los contrapesos, se confecciona lo que realmente trascenderá. El Ejecutivo ejecuta y el Judicial sanciona y/o castiga, mediante la impartición de la justicia.

Todos, por separado, cumplen el triángulo que marca a una sociedad.

Todos midiendo su sana distancia, sin sometimientos, sin atropellamientos, ni mezquindades, sin entorpecer el desarrollo. Complicado, muy complicado.

Desde el inicio de la actual Legislatura, los diputados de Morena y sus aliados se han puesto en el ojo del huracán, derivado de sus aprobaciones relacionadas con la creación de nuevos impuestos, de intentos de reformas constitucionales, creación de nuevas secretarías, caso Secretaría del Agua, quitando atribuciones al Poder Judicial, caso Semefo.

Sin embargo, cualquier análisis que se realice sobre su trabajo sin tomar en cuenta la subordinación al Poder Ejecutivo, es poco objetivo.

Es decir, los legisladores de la 4T están igual que los de la pasada legislatura del PAN con el entonces gobernador Francisco Vega, a quien en lo oscurito le aprobaron muchas cosas, sobre las cuales tuvieron que dar reversa, pero con un costo social del que nunca se pudieron recuperar.

El gobernador Jaime Bonilla Valdez a través de su secretario General de Gobierno, Amador Rodríguez, les impone la agenda legislativa a los diputados morenistas y sus aliados, incluyendo al ex panista, Miguel Ángel Bujanda.

Eso se ve evidente en la Comisión de Gobernación, donde el diputado presidente Juan Manuel Molina tiene que hacer malabares jurídicos para poder encuadrar y aprobar las iniciativas del Ejecutivo.

Inclusive hay temas que se aprueban y después se tienen que desaprobar como el paso de Semefo a la Fiscalía General.

La lógica indica que la bancada de Morena tiene que jalar con el Ejecutivo, pero debe haber equilibrios, porque la subordinación afecta principalmente a los propios diputados, ya que son los que llevan las críticas en las redes sociales y con muy poca narrativa creíble para defenderse.

Y aquí respondemos las dos preguntas iniciales.

En primer lugar, hasta el momento no existe un equilibrio, una sana distancia, ni mucho menos contrapeso, entre Ejecutivo y Legislativo.

Y en segundo lugar, el Congreso local no debería ser tan sumiso al Ejecutivo y hacerle tanto caso sobre todo a las propuestas de la secretaría General, que a través de Molina, impulsa hasta absurdos jurídicos.

Por eso deben decir no, en algunas ocasiones, aunque les duela.

La verdad sea dicha

*- La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali.

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