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Con Morena se afianza el priismo

Con el triunfo de Morena en Baja California se afianza el priismo, no el partido como tal y como lo conocemos ahora, sino una fracción de él, que es la que Andrés Manuel López Obrador integró a su movimiento desde 2006, en la que aparece de manera destacada Jaime Bonilla y el ex gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera, más otros que después se fueron incorporando al gobierno.

Con el triunfo de Morena en Baja California se afianza el priismo, no el partido como tal y como lo conocemos ahora, sino una fracción de él, que es la que Andrés Manuel López Obrador integró a su movimiento desde 2006, en la que aparece de manera destacada Jaime Bonilla y el ex gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera, más otros que después se fueron incorporando al gobierno.

En su proceso de formación de Morena, AMLO incorporó y les dio un lugar protagónico a algunas fracciones del priismo, hizo a un lado a otras y marginó a los grupos de la izquierda, para que fueran esas fracciones las que se encargaran de organizar y vertebrar las principales bases de Morena.

En Baja California esta fracción está integrada principalmente por Jaime Bonilla, el ex gobernador Xicoténcatl Leyva Mortera, Amador Rodríguez Lozano y el fiscal Francisco Ruiz en lo que sería el primer círculo, más otros que también vienen de las filas del PRI o son parte de otras fracciones, como algunos alcaldes y alcaldesas, más otros que gradualmente empiezan a incorporarse.

Este grupo llegó al gobierno estatal y a los municipales no por su propia fuerza, sino al amparo del movimiento de AMLO que representó un quiebre en las tendencias electorales, arrasó en todos los puestos y desplazó a los viejos partidos como el PAN, el PRD y hasta al propio PRI.

Morena aparece como un partido diferente o ajeno al priismo, o como un partido nuevo que está desplazando a las viejas élites políticas que gobernaron durante los últimos 30 años, pero no lo es, tristemente. Detrás de él está el viejo priismo, o algunas fracciones del mismo, las cuales dicen o quieren hacer creer que gobiernan de manera distinta al PRI, pero es falso. El caso de Bonilla es un ejemplo evidente de ello, por mencionar sólo un caso.

No obstante, Bonilla ha cumplido con el papel que se le asignó desde un principio por parte de López Obrador: ganó la elección federal de 2018, después la gubernatura y los cinco municipios y ahora ganó la de 2021. No es gratuito que AMLO haya venido exclusivamente a felicitarlo en su reciente gira a la entidad.

La pregunta clave ahora es si con la llegada de Marina del Pilar al gobierno estatal, la fracción que representa Bonilla va a dejar el gobierno y permitir que otros grupos, u otras fracciones políticas del antiguo PRI o del PAN, tomen el control del gobierno y el manejo de Morena en la entidad. Es difícil creer que eso vaya a suceder. Lo más probable es que Bonilla va a seguir “supervisando” al gobierno de Morena y estableciendo las bases para las próximas contiendas electorales.

La otra cuestión que está en duda es si Marina va a poder desligarse de Bonilla y va a continuar con la misma línea dura que éste último adoptó, por ejemplo, contra el sector empresarial, contra el panismo, y en general en contra de los partidos políticos a los que concibe como simples “cargas fiscales”, como lo hacen la mayoría de las corrientes populistas.

En esta misma línea, que es muy parecida a la adoptada por AMLO si no es que igual, tiene un discurso agresivo y de hostilidad hacia los empresarios, políticas agresivas como la expropiación del Campestre, o los cobros por las deudas del agua, un rechazo hacia los grupos de la sociedad civil y una deificación, falsa obviamente, del pueblo, tratando de hacer creer que se gobierna para el pueblo.

¿Marina del Pilar va a continuar con esta línea? Es difícil creerlo, pues la mayoría de las expectativas que se observan por aquí y por allá esperan un periodo de “conciliación” y de menos confrontación política, especialmente el sector empresarial. Pero si la línea de Morena que va a llegar desde el centro del país, es decir desde la presidencia, es tensar las fuerzas con miras a la más grande de las batallas que será la elección de 2024, la nueva gobernadora va a tener que seguir la ruta de Bonilla.

A diferencia de lo que piensan algunos partidos y los empresarios que han sido desplazados del poder local, pero incluso algunos miembros de Morena, aquí no estamos viendo un simple cambio de autoridades en los gobiernos, o una alternancia como otras que ya se han experimentado. Aquí lo que se está generando es un cambio en las relaciones de poder, que es lo que López Obrador está buscando en todo el país.

Sin embargo, en este cambio de la relación de poder aparece de nuevo el viejo priismo, con todos sus rasgos autoritarios y antidemocráticos, como si el tiempo no hubiera pasado y como si en lugar de avanzar estuviéramos retrocediendo. Por eso los triunfos de Morena son contradictorios, porque en aras de quitar a los viejos partidos, o a las viejas élites, los votantes eligen que sean los mismos los que regresen.

*-El autor es analista político.

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