Edición México
Suscríbete
Ed. México

El Imparcial / Columnas / Columna Mexicali

Carta de amor a 9,389 kilómetros de distancia

No sé en qué momento leerás estas líneas, quiero a través de ellas transmitirte el abrazo más grande, más profundo y más cariñoso posible.

SOMOS LO QUE HACEMOS

Querida Isa,

No sé en qué momento leerás estas líneas, quiero a través de ellas transmitirte el abrazo más grande, más profundo y más cariñoso posible, que en él sientas el amor de mamá, la nostalgia de los abrazos no dados por Emiliano, el ímpetu de tu hermano, la añoranza que tienes por el recuerdo de la abuela Olga, el inmenso amor por tu abuelo René, el cariño muy a su estilo de la abuela Consuelo, la cercanía de tus primos y tíos, el recuerdo de tus amigos que has dejado por acá, y al final un pedacito del puto amor tan grande que siento por ti, una disculpa por ser mal hablado, pero así soy, así te quiero y de esta forma me he acostumbrado a decírtelo.

Quiero que te cuides como a nada en el mundo, que vivas, que rías, que aprendas, que aproveches la oportunidad de estar fuera de casa, de sentirte especial por lo que la vida te ha dado pero que valores el compromiso que ello implica, no, no pretendo ser el papá del rollo responsable, nunca lo he sido, no lo seré hoy, pero sí el que te haga sentir la responsabilidad que implica el tener lo que tienes, porque muy pocos tenemos lo que casi nadie tiene allá afuera; porque creo que la grandeza del ser humano radica en ello, en saber ser generoso y agradecido, lo malo es que muchos creen que serlo con Dios es suficiente, cuando creo que él no lo necesita, pero sí muchos que creen que por su designio no lo merecen; es por ellos por los que debemos ser mejores seres humanos. Quiero que busques tu felicidad a través de tu realización con sentido humano, con compromiso social, con amor a la verdad, a la belleza de la ética, de la honestidad y de saber que no hay nada más grande que nuestra palabra cuando la misma se ha empeñado; hoy a 9,389 kilómetros de distancia quiero invitarte a que durante tu estancia en Zaragoza no sólo aprendas, sino que refrendes tu amor por ti, antes que por nadie, por tu mamá, por tus hermanos, por lo que crees, por nuestra patria, porque encontrarás la diferencia de tu cotidianidad con la que has dejado en casa, porque en estos meses sólo estarás tú, tus ideas, tus aciertos, tus errores, tus logros, en fin tu aprendizaje personal que tanto importa, que tanto duele a veces pero que es tan tuyo que nadie más podrá adquirirlo por ti.

Te extrañaremos, día a día marcaré cada uno en el calendario tratando con ello de acortar el tiempo para tu regreso; la casa no será la misma sin tu risa, sin tus cenas saludables y sin los desayunos con tu mamá y tus tías; Elena seguro te extrañará, aunque no lo diga, tu hermano podrá gritar un buen rato cuando juegue en línea y seguramente extrañará el que nadie lo calle por no molestarte ante tu ausencia en estos meses.

Te pido que seas muy tú, que pienses en ti, que sigas siendo la niña que se ha convertido en la mujer que eres, con tus miedos, tus aciertos y tu muy única y personal forma de ser, pero sobre todo que sigas siendo la sonrisa más hermosa del mundo, nos vemos en febrero; te quiero un montón.

*- El autor es empresario, ex Presidente de Coparmex Mexicali.

En esta nota