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Amordazar el debate 

Cuando llegó el momento de estructurar a Morena como disyuntiva política, social y ética los juicios de la  minoría se consideraron insuficientes frente a la copiosa opción que definió constituirse en PARTIDO en lugar de continuar y madurar como MOVIMIENTO. 

Cuando llegó el momento de estructurar a Morena como disyuntiva política, social y ética los juicios de la minoría se consideraron insuficientes frente a la copiosa opción que definió constituirse en PARTIDO en lugar de continuar y madurar como MOVIMIENTO. Por falta de espacio, entre otros elementos, es imposible repasar ciertos ejes de aquella discrepancia salvo asumir, enfáticamente, que la posición minoritaria desestimada gravito sobre la partidocracia y su descomposición colateral (instituto electoral contaminado, tribunales espurios, narco política, medios chayoteros, cúpulas partidistas facciosas, corporativismo, guerra sucia, etcétera,).

Y aun cuando la determinación de Morena (partido si movimiento no) fuera una perogrullada (verdad muy evidente pues AMLO de principio así lo había orientado), parte del alegato del porqué no debió acelerarse la conformación partidaria rápido se manifestaron, entre otros, los métodos centralistas que ya antes amenazaban con implantar directrices a seguir, interrumpir, reforzar o moderar por medio de concederle manga ancha a las funcionales y peores prácticas antidemocráticas, en particular, a las nocivas que representan el poder unilateral de sentenciar, resolver o determinar a través de un grupúsculo de escogidos o, más deplorable, por medio de una soberanía individual.

Impuesta en Morena la subordinación política en menoscabo de la democracia participativa, lo representativo en su interior y exterior lo ha determinado el autoritarismo promotor de un humillante servilismo, ausencia de crítica y autocrítica simulación, clientelismo en lugar de militancia, vocación electorera e impureza ideológica que lo ha llevado a engalanarse con harapos de pésima calidad procedentes de vestiduras azules, tricolores, verdes, amarillas o rojas donde al final, en lo más recóndito de la bandera, medio asoma un remiendo entre amoratado y guinda sin llegar a moreno.

Queda claro que lo antes plasmado enfurece a muchos, sobre manera, a la falange cortesana bonillista, empero, no pueden replicar lo contrario porque la realidad se impone a los exabruptos y sombrerazos que voceros chayoteros y amanuenses (escribanos del candidato de “unidad”) expresan mecánicamente en fervor del santo y seña cobrado lo que para desgracia (incluyendo a los que mienten traicionan y hurtan) obscurece a todos porque, insistimos, así logre el priismo-morenismo indigestarse con hartos votos el pueblo seguirá en vigilia, esperando la esperanza que a querer y no el grupúsculo sobradamente conocido continuará repartiendo, cuando bien resulte, atole con el dedo.

Recordemos que las ciencias sociales y las herramientas ofrecidas para avizorar, transformar y trazar un espacio material se conquista a través del debate y la polémica porque, bajo dicho objeto de conocimiento, el sujeto se apropia de la realidad política, económica, moral y múltiple que circunda el orden socialmente determinado, que si es conservador, negará el cambio, de ser progresista trastocara’ el estado de cosas establecido.

Precisamente la mordaza, el largo silencio masivo que el neoliberalismo depredador ha domiciliado sobre la voz crítica y opositora, no deberá continuar por significar un atentado a las ciencias y leyes que impulsan a una sociedad ávida de escuchar y averiguar.

La cabalgata bonillista negada a debatir es de los peores ejemplos conocidos a seguir…

* El autor es diplomado en Periodismo por la UABC.