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AMLO en medio de la tormenta

A medida que la pandemia del Covid-19 avanza sobre nuestro país, ahora en la fase tres, el debate nacional se ha agudizado no sólo por las discrepancias en torno a las medidas adoptadas para enfrentar la emergencia sanitaria, sino también por las propuestas sugeridas para amortiguar las consecuencias económicas.

A medida que la pandemia del Covid-19 avanza sobre nuestro país, ahora en la fase tres, el debate nacional se ha agudizado no sólo por las discrepancias en torno a las medidas adoptadas para enfrentar la emergencia sanitaria, sino también por las propuestas sugeridas para amortiguar las consecuencias económicas.

Sin embargo, lo más candente del debate reside en este punto: mientras la pandemia y sus efectos económicos están trastocando desde ahora la vida productiva de los países, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se niega a cambiar un ápice el curso de sus principales proyectos.

Mientras la mayoría de los gobiernos en otros países buscan adaptarse rápidamente a este brusco cambio de la realidad, en México el presidente se sostiene en el mismo punto, haciendo algunas modificaciones leves pero sosteniendo en esencia los mismos proyectos y lineamientos.

Su mensaje sería en estos términos: “Pase lo que pase, mi gobierno no va a cambiar de rumbo o de proyectos. Ni la pandemia ni la crisis económica que puede venir con ella va a hacer que modifiquemos nuestros propósitos, como de alguna manera quieren que suceda nuestros adversarios y enemigos conservadores”.

Esta postura, en lugar de calmar los ánimos en algunos sectores de la sociedad, los enciende y aumenta las discrepancias, no sólo con los empresarios que son los que más reclaman, sino también con algunos gobernadores, con periodistas, columnistas y los líderes de opinión, para no hablar de las “benditas redes”.

Es decir, en medio de la tormenta y del cambio de la realidad, AMLO se mantiene incólume. Mientras una realidad amenazante avanza como una sombra en la noche, el presidente se mantiene impertérrito, con la misma agenda y sus mismos proyectos, capoteando los reclamos que tienden a crecer.

El presidente se niega a aceptar que, si no hace algo, la crisis económica que vendrá destruirá muchas cosas, pero sobre todo las bases principales de su proyecto de gobierno o lo que era la “cuatro té”, pero además golpeará a los sectores que más dice tratar de proteger y ayudar: a los más pobres.

La crisis, si alcanza la profundidad que se menciona según algunos pronósticos, puede acarrear un escenario de inestabilidad social y política en todo el país, aumentando los regionalismos, la división y la polarización política, que es algo que todos los gobiernos intentan evitar.

¿Por qué AMLO minimiza o ignora este posible escenario? Es difícil saberlo. Algunos pueden señalar su obcecación o su necedad, pero también es factible creer que lo que pasa por la cabeza de López Obrador es que si hace cambios todo su proyecto se viene abajo.

Si el barco se va a hundir en los próximos años, sobre todo por una tormenta inesperada, lo que más le interesaría a un presidente como López Obrador, con su populismo y su mesianismo, es intentar preservar el poder. Es decir, para personajes como él eso es más fácil hacer en un mar agitado que en uno en calma.

AMLO es tan impredecible que una debacle económica, con sus tremendas secuelas sociales, puede abanderarlo o presentarlo ante sus electores como una gran victoria frente al sistema neoliberal. O como un momento clave para una refundación del país, al margen de los estragos que puede causar.

Un escenario así también ayuda para una prolongación en el poder, sin hacer grandes cambios constitucionales. Una crisis social y económica con consecuencias devastadoras ayuda para que los electores crean que es necesario uno o dos periodos de gobierno más para poder sacar al país del bache económico.

Es posible que algunas de estas razones sean las que tiene AMLO para mantenerse incólume en medio de la tormenta que se cierne sobre el país. Es más fácil, desde esta perspectiva, dejar que la tormenta avance que oponérsele o tratar de invertir recursos que no se tienen.

La única preocupación que parece mostrar López Obrador en esta coyuntura es tratar de evitar a como dé lugar que ningún otro agente político, ya sean otros partidos o los empresarios, se aprovechen de la situación para socavar su poder.

Lo demás intentará capotearlo como sea. Mientras mantenga una presencia única en los medios y trace los términos del debate nacional, y defina el bando de los buenos y los malos que ayuda en las coordenadas políticas de sus seguidores, no habrá problemas. El país puede naufragar sin perder el poder.

* El autor es analista político.

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