¿Cómo nacieron los reality shows y revolucionaron la televisión?
El verdadero punto de inflexión llegó en 1991 con el programa holandés “Nummer 28″, creado por Erik Latour, donde 7 desconocidos convivían en una casa durante tres meses.
Los programas de televisión conocidos como reality shows han cambiado para siempre la forma en que consumimos entretenimiento. Desde sus humildes comienzos hasta convertirse en un fenómeno global, estos programas han capturado la atención del público con sus dramas, conflictos y momentos inesperados. Pero, ¿cómo surgieron estos programas y qué los hace tan irresistibles?
Los primeros pasos del género
Aunque pueda parecer un concepto moderno, la idea de capturar la vida real en televisión no es nueva. En 1948, el programa “Candid Camera” en Estados Unidos utilizó una cámara escondida para registrar las reacciones de personas ante situaciones inesperadas, sentando las bases para lo que eventualmente se convertiría en el género de la telerrealidad.
Sin embargo, el verdadero pionero del género fue “An American Family”, un programa de 1971 que siguió la vida de una familia estadounidense durante varios meses. Este programa marcó un hito al mostrar la vida cotidiana sin guion, lo que permitió a los espectadores ver a personas reales enfrentando problemas reales.
La evolución y el éxito global
El concepto de los reality shows evolucionó rápidamente. En 1989, la cadena FOX lanzó “Cops”, un programa que seguía a agentes de policía en su trabajo diario. Este formato de seguimiento en tiempo real demostró ser extremadamente popular y se convirtió en una fórmula repetida en muchos otros programas.
El verdadero punto de inflexión llegó en 1991 con el programa holandés “Nummer 28″, creado por Erik Latour, donde 7 desconocidos convivían en una casa durante tres meses. Este concepto fue perfeccionado por John de Mol en 1999 con “Big Brother”, un show que ha tenido versiones en más de 70 países y que demostró que el público estaba fascinado con la vida privada de las personas comunes, no solo con las celebridades.
La psicología detrás del éxito
La psicóloga Ana de la Vega explica que el éxito de los reality shows radica en nuestra fascinación por la vida privada de los demás. “Mostró que no solo los famosos son interesantes, que los anónimos son ratoncillos de laboratorio cuyos comportamientos queremos juzgar, amar, copiar, odiar”, comenta.
Los laboratorios humanos y la controversia
Los reality shows actúan como laboratorios humanos, donde se observa y analiza el comportamiento de los participantes en diversas situaciones. Sin embargo, esto ha generado debates sobre la autenticidad de estos programas. Los críticos afirman que muchas veces los productores manipulan las situaciones y seleccionan a los concursantes para garantizar conflictos y entretenimiento.
Germán Yances, crítico de televisión, señala que “los productores fabrican y controlan la realidad que se desarrolla en los realities desde el momento mismo en que seleccionan a los concursantes con criterios que les garanticen choque de personalidades”. A pesar de esto, Ricardo Bermúdez, productor ejecutivo de “Protagonistas de Nuestra Tele”, defiende la transparencia de estos programas y niega cualquier manipulación de contenido.
Hoy en día, la variedad de reality shows es impresionante. Desde programas de supervivencia como “Survivor” hasta competencias de talento como “The Voice”, pasando por shows de convivencia extrema como “Gran Hermano”, el formato se adapta constantemente para mantener el interés del público. Esta rotación y diversificación aseguran que el formato no se agote fácilmente.
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El fenómeno de los reality shows ha demostrado ser una mina de oro tanto para las cadenas de televisión como para los productores. Su éxito radica en la mezcla de morbo, identificación y entretenimiento que ofrecen a las audiencias. Aunque estos programas han sido criticados por su posible manipulación y por fomentar el voyeurismo, su popularidad no muestra signos de disminuir. La única opción que tienen sus detractores es cambiar primero la sociedad para que no consuma el formato. Pero ese cambio no se da por decreto ni reglamentaciones, ni por críticas ni consejos. Como bien concluye Lisandro Penagos, profesor de la Universidad Autónoma de Occidente, “La solución no viene de la pantalla, sino desde quien está al frente de la pantalla”.
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