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Meghan pone sobre el tapete el tema del racismo en GB 

El estado de cosas actual dista mucho del optimismo que rodeó la boda de Harry y Meghan en el 2018.

LONDRES, Inglaterra.- Las explosivas declaraciones de Meghan, la duquesa de Sussex, de que enfrentó actitudes racistas tanto en el palacio real como de la prensa británica, causaron conmoción en todo el mundo. Pero no sorprendieron a muchos británicos de raza negra.

El Covid-19 afecta de forma desproporcionada a la población de origen africano, que históricamente tiene poca representación en los medios de prensa y la política, y dice que el racismo y la discriminación son moneda corriente en Gran Bretaña, que a menudo se niega a aceptar esa realidad.

“Este es un país que no quiere tener una conversación honesta sobre la raza”, expresó el martes el historiador David Olusoga, que presentó una seria televisiva titulada “Black and British: A Forgotten History” (Negro y británico: Una historia olvidada).

En una entrevista televisiva con Oprah Winfrey, Meghan Markle dijo que el aislamiento y la falta de apoyo de la familia real tras su matrimonio con el príncipe Harry hizo que pensase en suicidarse. También afirmó que un miembro de la familia que no identificó le expresó a Harry “inquietud” por el color del hijo que esperaba Meghan.

Tiwa Adebayo, periodista y consultora, dijo que la entrevista confirmó sus peores sensaciones.

“Cuando Meghan se unió a la familia real, todas las personas de color en el Reino Unido se preocuparon”, declaró. “Esta es una institución con raíces coloniales. Se sustenta en la supremacía blanca. Yo pensé, ‘esto no va a terminar bien’”.

“Siempre supuse que habría un cierto racismo”, acotó. “Pero escucharlo de una forma tan directa, asusta realmente. Es estremecedor. Y cuesta ver cómo puede superar esto la familia real”.

El estado de cosas actual dista mucho del optimismo que rodeó la boda de Harry y Meghan en el 2018. La relación entre el nieto de la reina Isabel II y la actriz estadounidense de raza mixta fue presentada como una muestra de que, en la Gran Bretaña de hoy, el color de la piel y la historia ya no importaban.

Harold Wilson, un empleado municipal de 57 años que vive en Brixton, en el corazón de la comunidad de origen africano-caribeño de Londres, dijo que la incorporación de Meghan a la familia real “debió haber representado una oportunidad de modernizarse, pero la familia real no es así”.

“Incluso antes de que el niño naciese, se preocupaban del color de la piel del bebé”, agregó. “Eso habla mucho de ellos”.

La imagen de cuento de hadas que se difundió durante la boda en el Castillo de Windsor se desvaneció pronto. Meghan fue la comidilla de tabloides que decían que era muy exigente y la criticaban por comer aguacates, lo que según el Daily Mail alentaba “abusos a los derechos humanos, sequías y asesinatos”.

Ya antes de la boda Harry se quejó en el 2017 del “trasfondo racista” de la cobertura que hacían los medios británicos de su novia. Un columnista de un tabloide habló del ADN “exótico” de Meghan. Un titular del Daily Mail describió sus orígenes en Los Ángeles como “típicos de Compton” (barrio con una gran comunidad afroestadounidense) y dijo que provenía de un barrio “lleno de pandillas”. Un conductor de un programa televisivo dijo que Meghan era “igualada”.

Meghan y Harry dijeron que al racismo y el acoso de los tabloides británicos fueron una de las razones por las que hace un año decidieron dejar sus funciones como miembros de la familia real y radicarse en América del Norte.

El palacio real por ahora no ha respondido a los comentarios de Meghan y Harry, y el primer ministro Boris Johnson se abstuvo de hablar del tema.

Igual que otros países, Gran Bretaña tuvo que confrontar el racismo tras la muerte del afroestadounidense George Floyd a manos de un policía de raza blanca que lo asfixió apoyando su rodilla en el cuello en Estados Unidos, un episodio que generó manifestaciones antirracistas en todo el mundo.

Hubo numerosas protestas en el Reino Unido en las que se exhortó al gobierno y a las instituciones a que confrontasen el legado del Imperio Británico y las enormes ganancias generadas por el tráfico de esclavos.

El derribo de una estatua del traficante de esclavos del siglo 17 Edward Colston en la ciudad de Bristol, ocurrido en junio del año pasado, provocó un intenso debate acerca de cómo lidiar con esa historia. Muchos sintieron que estatuas como esas exaltan el racismo y son una ofensa para la comunidad de origen africano. Otros arguyeron que retirarlas era como borrar un pedazo de historia.

El primer ministro Johnson criticó la remoción de las estatuas, diciendo que “no podemos alterar nuestro pasado”. Sus opositores lo acusan de tratar de disimular los aspectos negativos de la historia británica.

Olusoga dijo que a muchos británicos les gusta creer que el racismo es un problema estadounidense, algo que se da en otros sitios. Sostuvo que el Reino Unido no estuvo a la altura del relato que pregonó cuando se casaron Meghan y Harry: “Que éramos este país moderno y multicultural, un país con una princesa negra, un país en paz consigo mismo, con su historia y con su multiculturalismo”.

“Necesitamos mirarnos más honestamente”, expresó en declaraciones a la BBC. “Este es el momento para reflexionar acerca de quiénes somos, no solo el palacio, sino todo el país”.

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