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Entra por la puerta grande en Rusia el ‘impresionismo’ español

La exposición abarca más de 60 obras de 18 pintores españoles de 14 museos (13 españoles y uno ruso) y más de una decena de coleccionistas.

Moscú, Rusia

Impresionistas españoles destacados como Joaquín Sorolla e Ignacio Zuloaga, junto a otros quince artistas, algunos prácticamente desconocidos fuera de España, conquistaron hoy al público ruso con una selección exclusiva de sus obras.

"Quise mostrar que hay toda una generación de pintores extraordinarios que normalmente no se conocen fuera de su ámbito y encender esa luz en un público poco habitual" como el moscovita, declaró Francesc Fontbona, comisario de la exposición "El impresionismo y el arte español", visiblemente satisfecho.

La admirable selección, que fue concebida especialmente para Rusia y abarca más de 60 obras de 18 pintores españoles de 14 museos (13 españoles y uno ruso) y más de una decena de coleccionistas, fue acogida por el Museo del Impresionismo Ruso tras un largo trabajo conjunto de historiadores del arte de ambos países.


Las salas circulares del museo acogen obras de los más diversos formatos, técnicas y contenidos: Las piezas abordan desde paisajes parisinos o españoles y bodegones a escenas domésticas, en algunas se notan las pinceladas típicas del impresionismo francés, en otras, apenas se insinúa el nexo con esa corriente pictórica.

Los óleos como "Baño en la playa", "Pillos en la playa" y "Rocas de Jávea y el bote Blanco", de Sorolla, reúnen ante sí a los espectadores, imantados por la claridad y alegre optimismo de estas pinturas del impresionista valenciano.

Igual atención merecen las obras de Zuloaga "Charles Morice y su mujer" y "Autorretrato", pese a que transmiten sentimientos diametralmente opuestos a los de Sorolla: en lugar de juegos de azules y luz, colores oscuros y dibujos de trazos firmes.

Otras piezas, como "Rosers (Costa Brava)" de Ignaci Mallol, y "Plaça de toros" de Ramón Casas, además de atraer con las historias costumbristas que proponen, cuentan con un panel táctil para los ciegos y débiles visuales, junto a una muestra de aromas referentes a las obras.


"Hay autores que todo el mundo conoce, pero yo creo que lo interesante es cuando al lado de esos autores puedes colocar tantos otros que tienen muchísima calidad, muchas veces tanta como el conocido, en cambio son desconocidos", explica por su parte Charo Sanjuán, directora de la fundación AUREA Cultura i Art y organizadora de la muestra.

"A mí me fascina cuando hacemos una muestra de este tipo", confiesa esta experta, para quien el hecho de que haya tanta diversidad de temas aporta un especial atractivo al proyecto.

"No es una exposición monótona. Se busca reflejar lo pasajero que muchas veces es eterno", alega.


Fontbona va más allá al cuestionar que estas piezas puedan ser calificadas meramente de "impresionistas" porque mientras el impresionismo francés es "bastante unitario", los ecos de esta corriente en España "son muy variados".

"En el caso español desveló cosas muy diversas", constata el catedrático catalán.

Charo Sanjuán también advierte sobre la necesidad de eludir encasillamientos a la hora de definir esta generación de pintores.

"Cuando se habla de impresionismo y de impresionismo español, da la impresión de que 'todo va ahí'", afirma.

Según Sanjuán, la idea de la exposición es aclarar cuáles de estos pintores eran realmente impresionistas, cuáles se acercaban a esta tendencia, y cuáles estaban influenciados por esta corriente.


Luego, precisó, "a partir de ahí hacer un itinerario explicando todo eso".

Aunque hay pintores de toda España, representados por Darío de Regoyos, Aureliano de Beruete, o los propios Sorolla y Zuloaga, buena parte de los artistas que conforman la muestra curiosamente son catalanes, entre los cuales valdría citar a Ramón Casas i Carbó, Marià Fortuny o a Joaquim Mir.

Según Fontbona, esto se explica porque la España artística del XIX todavía miraba mucho hacia los encargos oficiales y estaba dominada por la Corte, mientras Cataluña "estaba muy al margen de esta vida cortesana", por lo cual los artistas buscaron nuevos medios de expresarse.

A esto, añade el comisario de la exposición, se le sumó la existencia de una burguesía que consumía este arte y la cercanía a otros centros culturales como Roma o París.


En general, según el historiador, los catalanes se acercaron a diversas corrientes del modernismo, dentro del cual el impresionismo era una más.

Sanjuán, que confiesa sentirse "muy contenta" con esta exposición, calificó el proyecto de muy complejo y señaló que el trabajo conjunto entre las instituciones españolas y rusas generó "una energía que tiene momentos de todo".

"Al final, cuando nos encontramos aquí con los cuadros y comenzamos el montaje, era como si nos conociéramos de hace años", sonríe.

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