Extrañamente acogedora
Para los creativos de HW Arquitectos, la idea de este proyecto surgió de los sutiles murmullos que el entorno ‘les susurraba’, así como de la búsqueda de protección y refugio del cliente para quien, además, era fundamental conservar la atmósfera ruda y primitiva de estar en la montaña.
Se eligió el concreto como material principal por su bajo mantenimiento y porque les permitiría emular una nueva roca fundiéndose con el bosque.
“El lugar está a 20 minutos de Morelia, es un parque nacional, estuve allá de niño, entre cascadas y bosque; este proyecto me hizo regresar y me entristeció, porque la deforestación por el aguacate es terrible”, comparte Rogelio Vallejo Bores, socio fundador del despacho.
“Uno de los motores fue cómo hacer una casa que no deforestara, no queríamos ser parte del problema, y empezamos a cachar las sugerencias que el propio entorno nos hacía, así surgió la metáfora de escuchar los murmullos del lugar”.
A la par, se enfocaron en las necesidades del cliente: una familia joven con dos hijos, querían un lugar fuera de la ciudad, un refugio para protegerse. Inició entonces la aplicación de los principios de neuropsicología.
BUDA Y UN ÁRBOL
Cuando se empezó a trazar la casa encontraron un pino que daba justo a la mitad en el acceso principal y, tras revisar con un ingeniero y un topógrafo, vieron que no era viable moverla porque implicaba salirse al camino o aumentaba mucho el costo de terracería.
“Me quedé viendo este pasillo con el árbol y la solución de repente era muy lógica: cuando pones una roca en el río, éste adquiere esta forma curvada de la piedra y pasa por sus costados. Entonces el árbol se quedó y se bautizó como el guardián, pues él te concede el paso a través de esa distorsión del muro”.
Así, la residencia se erige a partir de cuatro paredes de concreto que emergen sorpresivamente del paisaje; dos de ellas contienen la tierra de la nueva colina que se generó al levantar la sábana y otras dos enmarcan el acceso y escoltan al huésped en su camino hacia el interior, cuyo paso es solitario, pues ese camino es amplio para andarlo solo cómodamente, pero estrecho para pasar acompañado.
Después de atravesar el umbral del árbol, bajar algunos escalones de piedra y abrir una pesada puerta de acero, se descubre una bóveda de concreto que soporta las cargas de la sábana verde que posa sobre ella; da la sensación de estar dentro de una fría y obscura cueva, pero extrañamente acogedora.
A detalle...
+ La obra ganó el primer lugar de la categoría Residencia Unifamiliar Menor a 250 metros cuadrados en los Premios Firenze Entremuros 2022.
+ Los electrodomésticos se escondieron para que el espacio se viva de manera atemporal.
+ Los materiales principales son piedra, madera, concreto y acero.
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