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Rusia, Ucrania y Estados Unidos: El peso de los actores internos

Tendemos a creer que las relaciones internacionales se componen de interacciones entre actores “unitarios”

Tendemos a creer que las relaciones internacionales se componen de interacciones entre actores “unitarios”, como si los estados fuesen cajas negras uniformes. Como si se tratase de un tablero de ajedrez en donde las piezas -los países- simplemente se van moviendo y se mantienen haciendo cálculos y decidiendo sus pasos. El tema es, no obstante, mucho más complejo. Entender esa complejidad supone desmenuzar el interior de esas piezas, comprender cómo se producen e impactan todas las interacciones internas (ver Allison, 1972), e incluso las interacciones entre actores internos y actores ubicados en otros países, para sólo entonces, evaluar cómo es que todo ello impacta el ámbito internacional.

Pensemos en la situación interna en Ucrania. Cuando el ex presidente Poroshenko negoció los acuerdos de Minsk, tuvo que efectuar enormes concesiones a Rusia y a los rebeldes separatistas, que fueron muy mal vistas por ciertos sectores en su país. Para 2021, sólo 12% de ucranianos consideraban que dichos acuerdos deberían aplicarse en su formato original. Igualmente, la mayoría de la sociedad, según estudios recientes, desea formar parte de la OTAN; siente que se debe acercar más a Europa y alejar de Rusia; sentía que ya lo estaba logrando y se siente ahora amenazada. Cada una de esas sub-piezas y factores, también forman parte del tablero que tiene que valorar Zelensky.

Del otro lado, en Rusia, también hay un sinnúmero de actores y factores internos operando. Por ejemplo, así como la anexión de Crimea por parte de Moscú en 2014 fue altamente respaldada por la sociedad rusa, la guerra actual parece contar con enorme apoyo, según encuestas recientes. Esto no significa, sin embargo, que no se estén gestando fisuras en distintos círculos en Moscú y cada una de esas otras sub-piezas también está en el tablero.

Ahora pensemos en EU, sus actuales divisiones internas, las críticas que Biden ha recibido por su “debilidad” ante Putin, por no defender a Ucrania de manera más firme, o incluso por factores económicos como la inflación. Consideremos las elecciones intermedias, que ocurrirán dentro de pocos meses. Añadamos las distintas visiones que puede haber dentro del propio gabinete, las de las agencias de inteligencia, las del Pentágono, las diferencias al interior de su propio partido, o los actores económicos en EU.

Por tanto, esa parte que nos es visible y que se nos presenta como un “discurso” o una “decisión” de un “país unificado” frente a otro u otros es, en realidad, el resultado de un complejísimo proceso que incluye, pero no se limita a lo internacional. Cada paso que se da incluye mensajes dirigidos hacia adentro de sus sociedades y hacia afuera, ya que impacta y es impactado por lo que sucede adentro y afuera de las mismas. De igual forma, cada decisión que se toma a la hora de negociar, es el resultado de sí, evaluar el estado más actual de la guerra y los mensajes que se quieren mandar hacia afuera, pero en donde también influye lo que sucede al interior del país que se lidera.

En suma, un análisis complejo requiere revisar con detalle quiénes son las audiencias a quienes se habla, los actores que tienen influencia en la toma de las decisiones, cómo se está dando la interacción entre estos actores y la dimensión internacional, en donde también se generan mensajes, interacciones y demandas. El problema es que, una vez desatada la dinámica conflictiva, poner en sintonía a todas esas partes del sistema resulta complicado. La decisión se va convirtiendo, por tanto, en qué intereses se debe priorizar, qué actores o posiciones es posible sacrificar, y en qué medida se puede ir construyendo una ruta de salida que sea viable de implementar.

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