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Reproducción sin mujer

Desde hace poco más de un mes se vislumbra un panorama en torno a la posibilidad de tener bebés sin ser necesaria la participación de una mamá.

Desde hace poco más de un mes se vislumbra un panorama en torno a la posibilidad de tener bebés sin ser necesaria la participación de una mamá.

Hasta ahora, tanto para la concepción de bebés (humanos) como para la de crías (animales) se ha requerido la participación de una mujer o una hembra al menos como proveedora del óvulo, que fecundado por un espermatozoide produce el embrión que luego nacerá.

Pero el pasado 8 de marzo se supo de una camada de ratoncitos sin que hubiese de por medio ningún óvulo de ratona, suceso que se informó en una cumbre científica sobre el genoma humano celebrada en Londres y una semana después, el 15 de marzo, se publicaron los detalles técnicos en la revista Nature.

¿Cómo lo hicieron? De manera muy simplificada explico que tomaron células de la piel de la cola de un ratón macho y las reprogramaron para que se convirtieran en células madre, ésas que dan origen a cualquier tipo de células de cualquier órgano o tejido.

Las células macho (XY) así obtenidas las convirtieron en células hembra (XX), y algunas de éstas las fueron conduciendo hasta llegar a ser óvulos: Lo que hicieron, pues, es lograr células hembra (óvulos) a partir de células macho y luego fertilizaron esos óvulos (de macho) en el laboratorio con espermatozoides (también de macho, lógico) y dieron origen a embriones. Así pues, estos embriones fueron concebidos por dos ratones macho sin hembra de por medio.

Después los diminutos embriones se colocaron dentro de la matriz de una ratona donde maduraron hasta nacer en parto normal (imagen adjunta).

Es verdad que ninguna ratona participó en la “fabricación” de esos ratoncitos, pero está claro que sí hubo el apoyo de una ratona para incubarlos en su matriz, como cuando una mujer renta su matriz para llevar el embarazo de un hijo ajeno concebido en un laboratorio.

Pero esta proeza tecnológica de haber generado ratones sin la necesidad de contar con una ratona abre una nueva modalidad de reproducción animal a partir de dos machos sin hembra.

En veterinaria y en ganadería esto es realmente un parteaguas, aunque apenas un primer chispazo para una potencial industria en la reproducción, repoblación y restitución del ganado y de especies animales en vías de extinción.

Pero ya se multiplican las preguntas y argumentos en torno al uso de esta modalidad para procrear seres humanos, con la reflexión de que traer a la vida a personas no es lo mismo que producir cualquier animal.

Se ha planteado, por ejemplo, la posibilidad de que mujeres con algún trastorno que les impida producir óvulos podrían valerse de un método como el que aquí describimos si es que ella no desea que participe otra mujer en la concepción de su hijo, que en realidad sería hijo biológico (carnal) de dos varones.

También la posibilidad de que parejas de varones homosexuales pudieran concebir hijos biológico sin la participación de ninguna mujer como madre biológica excepto para llevar el embarazo y parirlo.

Finalmente, también la posibilidad de que un solo hombre pueda concebir con sus espermatozoides y con óvulos procedentes de sus propias células (por ejemplo, las de su piel, como fue en el ratón) y el apoyo de una mujer sólo para alquilar su matriz.

Estas modalidades de reproducción aplicadas a la concepción de bebés (humanos) provocan inicialmente extrañamiento y sorpresa, y luego, más allá de las cuestiones técnicas, generan conflicto éticos y morales. Tener un hijo no es propiamente un derecho de nadie, en cambio tener padre y madre sí es un derecho del hijo.

Los hijos son un regalo a los padres, pero los padres no somos dueños de los hijos, pues ellos no son cosas ni bienes patrimoniales; poseemos a los hijos, sí, pero no nos pertenecen ni antes ni después de haber nacido.

No nos engañemos: No todo lo que técnicamente posible es éticamente aceptable.

Médico cardiólogo por la UNAM. Maestría en Bioética.

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