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No a las tropas de Trump

Es una cuestión de principios, de soberanía y de historia.

MIAMI, FLORIDA.- México no debería, bajo ninguna circunstancia, aceptar la presencia de tropas de Estados Unidos (o de cualquier otro país) en su territorio. Es una cuestión de principios, de soberanía y de historia. Este tema surge tras el brutal asesinato de seis niños y tres mujeres estadounidenses en Sonora, México, miembros de las familias LeBarón y Langford. Poco después, la familia le pidió al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que designara a los narcotraficantes mexicanos como grupos terroristas y este, en una entrevista, dijo que lo haría. Las posibles consecuencias serían enormes; desde sanciones contra México, aranceles y certificaciones anuales hasta una mayor militarización de la frontera y más retrasos en la aprobación del nuevo tratado de libre comercio. Pero la principal preocupación de México es que soldados o agentes estadounidenses operaran dentro de territorio mexicano. Para millones de mexicanos no habría nada más amenazante que saber que militares estadounidenses estarían actuando en México bajo las órdenes de un presidente impredecible, como lo es Trump, quien ha hecho comentarios racistas contra mexicanos.

En una llamada telefónica, Trump le ofreció al presidente de México ayudarlo en lo que necesitara, según relató en una conferencia de prensa el propio Andrés Manuel López Obrador. Pero Trump no conoce a AMLO y se va a quedar esperando. Hay mucha historia entre ambos países. En todas las escuelas mexicanas se enseña cómo México perdió la mitad de su territorio ante Estados Unidos y esa sigue siendo una herida abierta. La última vez que hubo tropas extranjeras en México fue en 1916-1917, cuando el general John Pershing dirigió una expedición contra Pancho Villa, y los mexicanos ya no quieren verlos de nuevo. Es mejor que Trump se olvide de enviar soldados o agentes de operaciones especiales al Sur. Si Estados Unidos de verdad quiere ayudar a México en la lucha contra los narcotraficantes, podría hacer dos cosas muy importantes: La primera es controlar el flujo de armas de Estados Unidos hacia México y la segunda es reducir el número de estadounidenses que consumen drogas. Ninguna de las dos cosas serían fáciles ni políticamente viables. Si Estados Unidos no ha hecho nada para controlar el uso de armas de fuego luego de las masacres de los últimos veinte años en decenas de escuelas como Columbine (13 muertos en 1999), Sandy Hook (26 muertos en 2012) y Parkland (17 muertos en 2018), menos lo va a hacer para evitar el enorme tráfico de armas a México. De las 106 mil pistolas recobradas en México en investigaciones criminales de 2011 a 2016, el 70% fueron compradas legalmente en Estados Unidos, según publicó recientemente el Center for American Progress.



Seamos propositivos. En vista a este desolador y realista panorama político: ¿Qué pueden hacer hoy México y Estados Unidos, juntos, para luchar contra los cárteles del narcotráfico? Seguir compartiendo información estratégica y financiera sobre los grupos criminales, adelantar el tema de la extradición -nada asusta más a los narcos mexicanos, como antes a los colombianos, que pasar el resto de sus días en una cárcel estadounidense- y bajarle dos rayitas a la discusión en las redes sociales. Trump dijo en un tuit que llegó la hora para declarar “la guerra a los cárteles de las drogas y los desaparecería de la faz de la tierra”. Pero tuitear no es gobernar y eso no va a pasar. López Obrador -quien llega a su primer año en el Gobierno- con altos niveles de aprobación ha cuidado muchísimo su relación con Trump. Sin embargo, la imagen de su Presidencia se resquebrajaría si aceptara tropas estadounidenses en su territorio. Así que su mejor apuesta es resistir la presión de Estados Unidos y esperar un cambio en las elecciones de 2020. Pero eso no resuelve el gravísimo problema de la narcoviolencia en México. AMLO debe reconocer, con mucha humildad, que su estrategia anticrimen “abrazos, no balazos” no ha funcionado y que tiene que hacer algo urgente.

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