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Miedo en el taxi

El linchamiento de Karen en redes revela mucho del machismo de nuestra sociedad.

Una sociedad generosa se lanzó a las redes sociales para pedir la búsqueda de Karen Espíndola, aparentemente secuestrada por un taxista el 3 de diciembre en la Ciudad de México. La solidaridad se transformó en linchamiento, sin embargo, cuando Karen apareció sin daño, y sobre todo después de que se dio a conocer un video en el que se encontraba en un bar con un hombre en el momento en que se le buscaba.

Yo, por mi parte, celebro que haya aparecido sana y salva. Las cosas pudieron haber sido mucho peores. El 4 de diciembre Cyntia Moreno Hernández, una joven de 25 años que desapareció el sábado 30 de noviembre tras abordar un taxi en San Antonio La Isla, Estado de México, fue hallada muerta en la cajuela de un taxi en Iztacalco, Ciudad de México. No es la primera.

El linchamiento de Karen en redes revela mucho del machismo de nuestra sociedad. Lo que nadie puede negar es el miedo a la agresión que sufren constantemente las mujeres en México.

En los últimos tiempos he escuchado numerosas historias de acosos en taxis y otros vehículos de alquiler. Dalia de Paz, la periodista de tecnología, sufrió un hostigamiento el 4 de diciembre en un auto de Didi, un Honda Fit placas 720 YVM. El conductor, identificado como Alejandro Mauricio, le dijo primero que olía muy bien y después que por ella “sí le pondría el cuerno a su esposa”. Empezó a dar vueltas por Reforma, le puso seguro a las puertas y trató de intimidarla. Ella logró bajarse.

Selene Ávila, reportera en el Senado, fue “paseada” por un conductor de Uber el mismo 4 de diciembre. Afirmaba que era nuevo en el servicio y que se había perdido, pero hablaba con incoherencias y sobre temas íntimos. Selene logró salirse del vehículo.

Reportó el conductor a Uber, que le respondió que, “como parte de la investigación del caso, ya contactamos al conductor para conocer su versión y revisamos exhaustivamente la ruta del viaje. Seguiremos buscando establecer comunicación contigo para dar seguimiento de acuerdo con nuestros protocolos”.

Los ataques en taxis y vehículos de aplicaciones no son cosa nueva. En 2017 fue asesinada una joven, Mariana, a manos de cuatro hombres que se la llevaron en un Vento registrado en Uber, aunque según la empresa no estaba realizando un viaje para la compañía en el momento del delito. Muchas mujeres no han sufrido nunca un ataque, pero las historias hacen que se extienda el miedo.

Los taxis, los micros y otros vehículos de transporte público han sido desde siempre usados para perpetrar asaltos y violaciones. Los servicios de aplicaciones presumieron durante mucho tiempo que ofrecían mejores sistemas de seguridad por hacer una revisión de los conductores y por tener registros de choferes y pasajeros.

Por eso hay más mujeres conduciendo autos de aplicaciones que taxis convencionales.

Pero hay razones para pensar que en los últimos meses o años ha habido una relajación en los protocolos de seguridad. Quizá se entienda. El número de vehículos ha aumentado, al igual que la competencia con la proliferación de marcas: Uber, Cabify, Didi, Beats.

No hay soluciones fáciles. Las voces que exigen una mayor regulación no explican por qué los taxis y los microbuses, mucho más regulados, tienen tantos asaltos y abusos sexuales. Pero cada vez es más difícil que las autoridades se crucen de brazos. Cada caso de agresión, especialmente cuando todos terminan en la impunidad, genera más miedo.

Cuauhtémoc y Cortés

“El pasado no se modifica, lo que sucedió, sucedió”. Esto le respondió Cuauhtémoc Cárdenas a El País cuando le preguntó sobre la disculpa que el presidente López Obrador ha pedido a España por la conquista. “De lo ocurrido 500 o mil años atrás, no podemos echar la culpa a nadie”.