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El embajador que canta

Llegó a su primera entrevista de televisión como embajador, en inglés o en español, con sombrero blanco, botas guinda, corbata y lentes. Ese es su atuendo típico.

Estados Unidos no abrirá pronto la frontera a los mexicanos y el presidente Joe Biden tampoco va a visitar México a finales de septiembre, como quería el Gobierno mexicano. Estados Unidos seguirá deportando de manera rápida a inmigrantes con la excusa del Covid -usando el llamado Título 42- y el programa conocido como “Quédate en México” se mantendrá de momento. Mientras tanto, México continúa reprimiendo y deteniendo a personas que, por decenas de miles, recorren su territorio para cruzar sin autorización a Estados Unidos.

Pero, a pesar de este escenario desalentador, el nuevo embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, está optimista. Y hasta canta. Él cree que se puede crear una nueva era de cooperación desde Canadá hasta Centroamérica.

Llegó a su primera entrevista de televisión como embajador, en inglés o en español, con sombrero blanco, botas guinda, corbata y lentes. Ese es su atuendo típico. Lo conozco desde que fue senador por el estado de Colorado -el primer demócrata hispano en ganar un asiento desde los años 70- y luego como secretario del Interior durante el Gobierno de Barack Obama. Fue confirmado en agosto de este año y conversamos recientemente en los dos idiomas en el jardín de su residencia oficial en Lomas de Chapultepec.

Me dijo que no hay fecha para reabrir la frontera con México, como una medida “para proteger a la gente de Estados Unidos”. La decisión se va a tomar, aseguró, “hasta que los expertos en salud y ciencia lo digan”. Pero su plan va mucho más allá de la frontera. “El presidente Biden quiere un sistema de migración que trabaje para la región: México, Estados Unidos, Canadá y Centroamérica”, aseguró. “Y en eso estamos”. Dijo que están buscando soluciones que se han necesitado “por muchos años”.

Algunas de las políticas antiinmigrantes impuestas durante el Gobierno de Donald Trump -como los mencionados Título 42 y el programa “Quédate en México”- siguen todavía en vigencia, ocho meses después de la toma de posesión de Biden. ¿Le molesta que comparen a Biden con Trump? “La comparación no tiene lugar”, me dijo el nuevo embajador. Joe Biden tiene “un corazón latino”. “Él sabe lo que es ser una persona que no tiene mucho dinero, él sabe lo que es sufrir”. Y agregó: “Él sabe que el futuro requiere de la integración”.

Pero esa nueva integración ha puesto a México en el papel de represor. La Guardia Nacional de México, agentes del Instituto Nacional de Migración y soldados se han convertido, en la práctica, en la patrulla fronteriza de Estados Unidos: Han bloqueado el paso a miles de personas de distintas partes de América Latina y el Caribe (como Haití). Así que le pregunté si estaban presionando al presidente López Obrador para que México se convierta en el muro de Estados Unidos. “La realidad es que debemos tener control sobre las fronteras de nuestros países”, contestó. “Tenemos que colaborar”.

Ante las críticas de que México le estaba haciendo el trabajo sucio a Estados Unidos en la frontera, López Obrador dijo hace poco en una Mañanera que el país no era “pelele” de su vecino del Norte. (No hay traducción exacta de “pelele” al inglés. Un diccionario dice que es “dummy” pero eso se traduce más como tonto, así que no es una interpretación exacta). Independientemente de la traducción, el embajador estuvo de acuerdo con AMLO: “México tiene su soberanía”.

Cuba no es uno de los temas en los que están de acuerdo. El Presidente mexicano invitó al brutal dictador cubano Miguel Díaz-Canel a las recientes ceremonias por la Independencia de México. Díaz-Canel es responsable de la terrible represión a las protestas de julio en Cuba que exigían más democracia y libertad. ¿Esa invitación fue un desafío para Estados Unidos? “Los intereses de Estados Unidos no siempre van a ser los mismos intereses que los de él”, me contestó. Pero tenemos que enfocarnos en las grandes cosas donde sí podemos tener acuerdos”.

Como en la lucha contra el tráfico de armas y drogas.

¿Tiene Estados Unidos parte de la culpa por la violencia en México? En México mataban en promedio a casi 100 personas por día en 2020. Muchas de las armas que utilizan los cárteles vienen del Norte y Estados Unidos es un gigantesco mercado de consumidores de drogas que vienen del Sur. “No tenemos que decir de quién es la culpa”, comentó el embajador. “La realidad es que las drogas que se consumen en Estados Unidos son parte de un problema que tenemos”, dijo. Las armas “que llegan aquí son parte del problema”.

El periodista Alan Riding alguna vez definió la relación entre México y Estados Unidos como de “vecinos distantes”. Salazar no lo ve así, mientras recuerda a los más de 60 millones de latinos que viven en Estados Unidos. “Yo lo veo como un pueblo”, me dijo. “Dos naciones, pero un pueblo. Tenemos las mismas raíces. La frontera nos separó. Pero no separó el espíritu y los valores que tenemos de familia, de fe, de cultura. Entonces, lo que tenemos que hacer es unirnos más”.

El entusiasmo y el deseo de cambio de Salazar, de 66 años, es genuino. Y sabe que no tiene mucho tiempo para empezar a buscar soluciones.

La frontera se desborda. En julio pasado casi 200 mil personas cruzaron sin autorización a Estados Unidos, más que en las últimas dos décadas. ¿Es esa la nueva normalidad? “No”, me dijo. “Y digo que no porque hay cosas que podemos hacer a corto y a largo plazo”. El embajador coincide con el Presidente de México en que es necesario atacar lo antes posible las causas de la migración e invertir fuertemente en Centroamérica. Él cree que hay que enfrentar el problema de la migración de una forma “holística”.

Al terminar la entrevista invité al embajador a caminar por la calle de Paseo de la Reforma y no lo dudó ni un segundo. Ante los ojos vigilantes de su equipo de seguridad -algo desconcertante para alguien que dice sentirse más a gusto en la libertad de su rancho de Colorado- me contó cómo la frontera cruzó a la familia Salazar: Antes de la guerra entre México y Estados Unidos que concluyó en 1848, vivían en territorio mexicano y después, en estadounidense. Y por eso él se define como “mexicoamericano”. Es decir, la integración (incluso de opuestos o antiguos enemigos) es para él algo natural. Familiar.

Al despedirme, le comenté la grata sorpresa de muchos al escucharlo citar a su llegada al País una canción de Jorge Negrete. Y, sin más, tocando la punta de su sombrero, se puso a cantarla: “México lindo y querido, si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí”. Me fui pensando que pocas cosas pueden desinflar el entusiasmo de un embajador que canta y que llegó en el momento en que más lo necesitan.

Jorge Ramos, periodista ganador del Emmy, dir

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