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Cría cuervos

Una ambiente pusilánime domina el escenario político nacional.

Una ambiente pusilánime domina el escenario político nacional, el oportunismo es terreno fértil, lo mismo legisladores desleales que empresarios acomodaticios, artistas anodinos que escritores decadentes, muchos abrevan de la misma condición sumisa ante el poder y la consigna fácil.

El gran aglutinador de las mediocridades desvaría, los rigores y límites de aquel lenguaje respetuoso desde la presidencia se ha perdido, hoy irrumpe todas las mañanas una verborrea que se transforma en prédica diaria salpicada de improperios, acusaciones sin evidencia, con la dosis de veneno necesaria para inocular el germen de la desconfianza que se va transmutando en odio al enemigo imaginario.

La izquierda que conocimos como un proyecto de participación democrática, antagonista legítima de aquellas hegemonías que se ostentaban redentoras y que se fue fortaleciendo en el tiempo con una nutrida participación de ciudadanos libres y animosos, hoy se ve doblegada por un mandatario pendenciero que tiene como rival a la realidad.

El triste espectáculo de reciente sumisión lo dio el hijo del general Lázaro Cárdenas, Cuauhtémoc Cárdenas, personaje esencial para explicar los últimos 40 años del sistema político mexicano, su democratización y apertura. El ingeniero Cárdenas, conserva desde los años ochenta un halo protector de legitimidad, se le da el trato de “referente moral”, ser referente es una distinción y, agregarle lo moral, lo hace notable dentro de aquel universo que se presume de iguales.

Político que se atrevió a romper con el PRI, junto a Muñoz Ledo y González Guevara, formarían dura oposición dentro del partido para después salir y conformar el Frente Democrático Nacional, al tiempo sería la simiente del PRD y la izquierda organizada.

Darían una lucha vigorosa para democratizar el régimen anquilosado en el que vivíamos, combate meritorio que -sin regateos-, fue histórico y exitoso. Hoy el “referente moral” ha salido por la puerta de atrás en un comunicado difuso, que descubre el gran temor que le tiene a su creación, aquel tabasqueño sin preparación ni méritos auténticos, al que le abrió las puertas del recién formado partido, para convertirlo en candidato al Gobierno de Tabasco.

Aquella izquierda irreductible hoy permanece avasallada por el servilismo, dando un espectáculo que históricamente no merece. La estampa de Cuauhtémoc Cárdenas como valiente opositor se ha desvanecido, dando paso a la figura triste y desgarbada del sometimiento.

Más allá del mito y la exageración -tan frecuentes ante este personaje-, el general Lázaro Cárdenas tuvo actitudes de dignidad y valentía indiscutibles. Tomo un pasaje de su vida, narrado por Ricardo Pérez Montfort, en su biografía sobre Lázaro Cárdenas.

Al desatarse la rebelión delahuertista en 1923, a Cárdenas le toca defender al Gobierno, es derrotado en batalla y herido gravemente, apresado y puesto a disposición de Rafael Buelna: “cuando llevaron al general herido ante el general Buelna, éste le dijo:

-¿cómo le va compañero?
-Pos aquí, cómo ve.
-Sabe que me lo voy a llevar para que lo atiendan, para que se alivie.
-Mira, si tú me vas a llevar con las intenciones de que cuando yo esté aliviado quieras que yo me haga de tu partido, eso nunca lo has de ver. Tú sabes que nunca he sido chaquetero ni lo seré. En ese caso estoy en tus manos y has de mi lo que quieras.
-No, como compañeros que fuimos, te voy a llevar para que te alivies”.

La democracia se protege con instituciones, pero estas requieren de ciudadanos con dignidad y entereza. Bastó un reclamo mañanero algo majadero y todo cambió.

Por lo que se ve, la valentía no es un bien heredable.

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