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Comprar el 787-8 Dreamliner fue un exceso

El presidente chileno se transporta en un Boeing 767-300 ER que nuevo cuesta 218 millones de dólares.

Desde que se anunció que el Gobierno federal compraría un nuevo avión presidencial, en julio de 2012, propuse que se adquiriera un jet ejecutivo para un máximo de 18 pasajeros y no un avión similar a los que usan las más importantes líneas aéreas del mundo o algunos gobernantes de países más ricos que el nuestro.

Es obvio que mi propuesta cayó en oídos sordos porque no me hicieron caso el entonces presidente Felipe Calderón, el que fue su secretario de la Defensa, Guillermo Galván, su secretario de Hacienda en turno, José Antonio Meade, y los legisladores federales que autorizaron la partida presupuestal para su compra.

Bajo el argumento de que se trataba de un asunto de seguridad nacional, decidieron comprar el avión más sofisticado hasta entonces construido, el Boeing 787-8 Dreamliner.

El avión lo compró Banobras por 218.7 millones de dólares que luego lo arrendó para al Gobierno federal por 15 años, que asumió el compromiso de seguir pagándolo con recursos públicos hasta el 2027.

El Gulfstream 650 que sugerí comprar costaba entonces 65 millones de dólares y podía volar una distancia de casi 13 mil kilómetros a casi la velocidad del sonido, pero para quienes decidieron gastar casi 220 millones de dólares en el 787 no era lo suficientemente bueno para transportar a un Presidente mexicano.

Hoy, en Gulfstream 650 nuevo se vende en unos 70 millones de dólares, mientras que un 787-8 está en 418.4 millones, casi seis veces más, sin las adecuaciones de un transporte ejecutivo.

A pesar de que adquirir el 787-8 fue un exceso, aún hoy hay quienes defienden su compra alegando que un Presidente de México no merece menos que ese tipo de avión.

Sin embargo, muchos jefes de Estado y/o Gobierno viajan en aviones menos lujosos y costosos que el que compró Calderón.

El Presidente y la canciller de Alemania viajan en Airbus

A340-313X VIP que nuevo se vende en 270 millones de dólares.

El presidente de Argentina usa un Boeing 737-500. Este modelo está descontinuado y uno usado puede adquirirse en 3.5 millones de dólares.

El primer ministro de Canadá tiene a su disposición un Airbus A310-300, modelo que también está descontinuado.

El presidente chileno se transporta en un Boeing 767-300 ER que nuevo cuesta 218 millones de dólares.

El presidente de China, que es la segunda potencia económica mundial, vuela en un Boeing 747-8 que se vende en 419 millones de dólares.

El presidente de Corea usa un Boeing 747-400 que vale 260 millones de dólares.

El rey el primer ministro de Dinamarca comparten un Bombardier CL-604 que cuesta 35 millones de dólares.

Francia: Airbus A330-200 de 239 millones de dólares.

El presidente y el primer ministro de la India utilizan un Boeing 747-400 que nuevo se vende en 260 millones de dólares.

También comparten el mismo avión el presidente y el primer ministro de Irlanda, un Learjet 45 que se puede comprar en 13 millones de dólares.

Lo mismo sucede en Italia, donde el presidente y el primer ministro vuelan en un Airbus319 CJ VIP que vale 51 millones de dólares.

El emperador y el primer ministro de Japón cuentan con un Boeing 777-300ER que hoy se vende en 218 millones de dólares.

Quien afirme que la compra del 787-8 no fue un exceso realmente ha de creer que el de México es un gobernante superior a los de otros países.

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