Se va...
Su política económica ha logrado que unos nueve millones y medio de mexicanos escapen de la cota de pobreza.
El martes próximo toma posesión como presidenta de México Claudia Sheinbaum. López Obrador está terminando un sexenio por demás peculiar, en el que gozó de una popularidad y apoyo nunca vistos desde la medianía del siglo pasado. Va a terminar su periodo con un índice de aprobación de alrededor del 65%: Algo inusitado para un país donde cuatro de los últimos cinco presidentes tuvieron que vivir en el extranjero su retiro. Andrés Manuel afirma que se irá a su rancho en Palenque, cerrará la puerta y se dedicará a escribir.
Si lo materializa va a ser un desmentido a sus críticos, que no son mayoría, pero sí vocingleros y poderosos en recursos, y que han dedicado esfuerzos ingentes para crear una leyenda negra insólita pero que ha convencido a muchos adeptos. Alguna vez leí a una columnista que afirmó que López Obrador era un mandatario “terriblemente ignorante”, pueril afirmación que no se sostiene: En las “mañaneras” ha dado continuamente cátedra de historia de México y del mundo.
Algunos insisten en que sus hijos -son tres y uno es menor de edad-, tienen grandes fortunas, y nunca han dado un dato que sustente su aseveración. Pero no mencionan que el hijo de Ernesto Zedillo acaba de vender su residencia en Florida por la seductora suma de $5,600,000 dólares: Unos $106,000,000 en pesos actuales… Recordemos que, en 1995, Zedillo jubiló a 28 ministros de la Suprema Corte, reformó la Constitución y nombró a once nuevos magistrados sin que nadie lo acusara de dictador.
Ahora, cuando se presentó una iniciativa en tiempo y forma, hubo foros de consulta y se aprobó por la mayoría de los diputados, se le acusa de autoritario. A tres días de dejar el poder, y uno de ellos es domingo, Andrés Manuel sigue trabajando sin darse mucho descanso; pa rece que ejercer su función en contacto con los ciudadanos le carga las pilas. Su Gobierno ha sido complejo: Le tocó lidiar con la pandemia y aun así logró estar presente en la vida nacional, y ser una fuerza política considerable en el País y en el extranjero, particularmente Iberoamérica.
Conviene subrayar que en su periodo ha logrado construir obras importantes sin endeudarse demasiado: El tren maya es un gigantesco proyecto de comunicaciones y de desarrollo regional para un territorio que desde muy antiguo ha sido descuidado por los gobiernos centrales.
Se le hostigó porque, decían, iba a destruir la selva, pero su iniciativa pasó por varias evaluaciones de impacto ambiental, y se tomó en cuenta a la población diseminada por aquella espesura, para la cual un transporte tal tendrá considerables ventajas, sin contar con el impulso al turismo por toda la península.
Su política económica ha logrado que unos nueve millones y medio de mexicanos escapen de la cota de pobreza, en contraste con los sexenios anteriores que ensancharon la banda de población en pobreza.
Su porfía en recobrar deudas añejas para invertir en el bienestar de los mexicanos ha dado frutos, y provocado reacciones: Si un solo “empresario” tiene una deuda fiscal de 75 mil millones de pesos y se espera que empiece pagando al menos 35 mil millones, podemos tener alguna idea de los tras tupijes de algunos que se han enriquecido evitando el pago de impuestos, fullería lograda, se supone, con complicidad de funcionarios muy poco honestos, como a veces se estilaba.
En este contexto es válido interpretar que al menos una parte de las críticas, las campañas en los medios, el exiguo coro de manifestantes que se presentan a gritarle “dictador” y los alaridos en las legislaturas, no son reclamos políticos, sino venganzas y tentativas de impedir que colecte deudas, además de obstaculizar sus últimos días en el gobierno. Espero que termine, transfiera la banda presidencial a Claudia y se retire campante a su predio tropical; y ahí permanezca, en paz, escribiendo, leyendo y descansando. Lo merece…
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