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Criterio

¿Será correcto suponer que si las plantas sintieran también ellas merecerían derechos? 

Si los animales tienen derechos por tratarse de seres sintientes (es decir, que sienten), ¿será correcto suponer que si las plantas sintieran también ellas merecerían derechos?

Efectivamente, el 15 de octubre de 1978 la Liga Internacional de los Derechos del Animal y otras agrupaciones asociadas proclamaron en Londres la Declaración Universal de los Derechos de los Animales que más adelante fue aprobada por la ONU.

El tema ha evolucionado. Por ejemplo, antier se solicitó la presencia real en un juzgado de Etchojoa, Sonora, de un desnutrido y descuidado perro a fin de darle curso público a los vaivenes judiciales que determinarían una sanción para la omisa dueña del canino.

Pues bien, desde hace ya un siglo se viene hablando científicamente de la existencia de un equivalente de sistema nervioso en las plantas; hoy se han identificado estructuras y efectos fisiológicos en las plantas que nos permiten enterarnos a fondo de esa realidad.

Si las plantas no sintieran no nos explicaríamos, por ejemplo, cómo la mimosa (imagen adjunta), hermosa planta que da bellas flores de pelusa rosa, al ser tocada por el dedo de una persona encoge sus hojas sobre el tallo que las sostiene, reacción que se ha considerado como un reflejo que la protege de los animales herbívoros, por lo que tal movimiento podría ser un eficaz mecanismo de defensa que no podría suceder si no contase con un mediador indispensablepara tal efecto, una especie de sistema nervioso.

Y lo que es más impresionante aún es que si la mimosa se coloca dentro de una campana de vidrio repleta de vapores anestésicos por algunos momentos y luego es tocada por el dedo de una persona, pues resulta que la planta ya no encoge sus hojas; no se defiende pues está anestesiada, lo cual no podría ocurrir sin la presencia de unos receptores o sensores “nerviosos” que se “adormecen” por la acción del anestésico.

Sabemos que las plantas no tienen neuronas como sí tenemos los animales, pero ese equivalente de sistema nervioso en una planta está constituido por señales eléctricas que se trasmiten del sitio estimulado a su vecindad y de allí a los tallos y raíces.

Unas variedades de plantas se aprietan cuando perciben cierto tipo de mosca en su superficie de manera que la atrapan como si el insecto quedara atrapado en una trampa; y por otro lado el caso de los zarcillos -tallitos filamentosos como bucles- que sirven a algunas variedades de plantas, como el chícharo, para irse enredando o trepando como si vieran por dónde van, y bueno, pues tanto el atrapamiento de moscas o el enredo de los zarcillos son respuestas que también son anuladas por ciertos anestésicos. ¿Y cómo explicar que las raíces de algunas plantas le sacan la vuelta a los suelos salinos?

Observando todo esto no podemos etiquetar ahora a las plantas como meros seres vivos inmóviles, sin capacidad de sentir y de reaccionar.

Seguramente unas sienten más y otras menos y de muy diversas formas, pero de que se va admitiendo que son seres sintientes es una realidad. Los mecanismos íntimos de estas reacciones vegetales son cada vez mejor conocidos y se puede apostar que esta “neurobiología” de las plantas será mejor entendida en años venideros.

Ahora se plantea si las plantas además de sintientes son también sufrientes, como los animales, e incluso si existe alguna posibilidad de cognición vegetal.

Algo intuitivo: Las mujeres -más que los varones- gustan de platicarle a las plantas, acariciarlas, cantarles e incluso darles la oportunidad de escuchar música serena o cantos tiernos, como muchas otras personas lo hacen con los animales, no sólo los estrictamente domésticos como los perros o los gatos, sino también con los de campo como los caballos, corderos, conejos y más. Está muy bien cuidarlos y apreciarlos, pero sin irnos de paso.

No todos los animales somos iguales: El ser humano ha sido siempre el animal más despreciado por el ser humano a pesar de que la los derechos humanos, por dignidad humana, son muy superiores a cualquier merecimiento de cualquier otra especie animal. O vegetal.

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