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Sal en la herida

Si algo nos causa tristeza, temor e intranquilidad a los padres, son las constantes ejecuciones, desapariciones, secuestros y violencia creciente en contra de nuestras familias.

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Si algo nos causa tristeza, temor e intranquilidad a los padres, son las constantes ejecuciones, desapariciones, secuestros y violencia creciente en contra de nuestras familias. Cada día vemos caer violentamente a personas de diferentes edades, pero principalmente jóvenes, producto del creciente clima de violencia, delincuencia y crimen organizado. La pasividad y calma con la cual actúan los organismos policíacos de los tres niveles de gobierno incrementa la inestabilidad emocional de la ciudadanía. Los asuntos por investigar se amontonan en los escritorios y no les sigue una investigación como lo obliga la ley. Todos son clasificados de inmediato, como no investigables. Siendo, las víctimas integrantes del proletariado nacional, no alcanzan la categoría de importancia suficiente para darles un vistazo, aunque sea.


Esta es la razón principal de que sean las madres, o la familia en general, quienes asuman la responsabilidad de buscarlos por donde sea, utilizando sus escasos recursos, hasta que encuentran sus cuerpos enterrados en zonas rurales. La travesía desde que desaparecen de sus hogares, hasta la denuncia y el valemadrismo de las autoridades, así como la búsqueda incansable, es tormentosa y de un infinito dolor. Nadie está detrás de los familiares, nadie se preocupa por ellos, nadie les suministra recursos o frases de aliento, solos enfrentan esta azarosa subida empinada hacia la localización de los restos de sus hijos.


Sin embargo, las autoridades aún les reservan más sufrimientos pues, una vez encontrados sus familiares en tumbas clandestinas, aún les espera la desidia para oficializar la recuperación y entrega formal del cuerpo a sus familias. Han llegado a pasar semanas antes de que un médico legista determine lo conducente, para que el trámite se realice. ¿Por qué tardan tanto las autoridades en realizarlo? ¿Cómo es posible que las familias tengan que esperar días para poder finalizar emocional y legalmente el proceso de inhumación de un hijo asesinado? ¿No les merecen un poco de conmiseración el sufrimiento diario de estas madres y familiares, que no terminan de cerrar este trágico ciclo?
Es una vergüenza y un desprecio inconmensurable el hacer esperar a quienes sufrieron la pérdida de un familiar, con los cuerpos amontonados en las salas frías sin que nadie los atienda. Las madres reciben sal en sus heridas que no sanan, sin recoger los restos de sus hijos para sepultarlos. En algunos casos las madres esperaron durante años, para que las procuradurías iniciaran las investigaciones, sin que dieran resultados. Por eso tomaron las riendas de estos crímenes y ellas les dieron la solución de ir encontrando enterrados a sus hijos. La insensibilidad y el escaso compromiso con sus responsabilidades, hace a los organismos policíacos convertirse en agravantes del sufrimiento de las familias. Al paso que vamos ellas serán quienes encuentren la solución contra el ensañamiento de los sicarios, que acribillan de manera cobarde a sus víctimas. La comunión y asociación que se alega existe entre la delincuencia y los organismos policíacos, crecerá mientras no haya quién pinte líneas claras entre la ley y la anarquía. Como siempre, tocará a los hogares el trazar líneas claras limítrofes entre la legalidad y el caos social. Las madres nos educaron a chanclazos y ahora lo hacen con acciones organizadas recuperando a sus hijos entre escombros de suciedad. Vale.
*El autor es Lic. En Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.

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