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Incremento en Salario Mínimo y días de Vacaciones en 2023

Este 2023 entró en vigor el incremento salarial de 20 por ciento en el salario mínimo para pasar de $260.00 pesos a $312.00 pesos en la frontera norte y de $172.00 a $207.00 pesos en el resto del país.

Este 2023 entró en vigor el incremento salarial de 20 por ciento en el salario mínimo para pasar de $260.00 pesos a $312.00 pesos en la frontera norte y de $172.00 a $207.00 pesos en el resto del país. La Ley Federal del Trabajo señala que los días de vacaciones pasan de 6 a 12 días para un trabajador con un año de antigüedad, de 8 a 14 con dos años de antigüedad, de 10 a 16 con tres años, y así sucesivamente hasta llegar a un máximo de 32 días de vacaciones para un empleado con una antigüedad de 30 años cuando antes eran 24 días, todo lo anterior con su consecuente impacto en la prima vacacional y otras prestaciones.

De acuerdo con algunos políticos y analistas, todo esto es algo bueno y se está haciendo justicia al trabajador al cerrar la brecha en el rezago del salario mínimo con respecto a otros países, en donde si nos comparamos con 135 países que tienen este tipo de salario, estábamos en el lugar 85, y ahora, pasaremos al lugar 50. La preocupación en el sector empresarial son los efectos de estos incrementos en la economía.

Cuando se incrementa el salario base o mínimo, la diferencia entre los trabajadores que perciben el mínimo y los que están en el siguiente nivel jerárquico disminuye y con ello aumenta el descontento, ya que la diferencia en responsabilidades no disminuye, por lo que también tienen que recibir un aumento, aunque no sea en la misma proporción. A esto se le conoce como el efecto “Faro” que consiste en el traspaso que tienen los aumentos del salario mínimo sobre el resto de la distribución salarial, en especial sobre los ingresos de los trabajadores cuyo salario está por encima de dicho indicador.

Algunas estimaciones consideran que la suma de todo lo anterior puede representar un incremento del 20 por ciento total en los costos laborales. ¿Es este incremento justo y necesario para los trabajadores? Si somos empáticos y apelamos a nuestras emociones nos apresuramos a decir que sí. ¿Puede la economía mexicana absorber estos incrementos? Esa es otra cuestión. Cuando consideramos temas económicos debemos distinguir entre descripción de hechos y juicios de valor para tratar de evitar falacias de composición.

Un empresario o una empresa utilizan los factores de la producción para poder producir, siendo estos: tierra o recursos naturales, trabajo o mano de obra calificadas y no calificada y capital. Los costos de los factores están representados por rentas (para el caso de la tierra), sueldos y salarios (mano de obra) y rendimiento o interés (del capital) respectivamente. Dependiendo de los costos relativos las empresas deciden la mejor combinación o mezcla. Es decir, si sube el costo del trabajo, el empresario tratará de sustituir trabajadores por capital, para mitigar los efectos. Lo anterior generalmente sucede en empresas medianas y grandes o tecnológicas sin importar el tamaño.

La historia es distinta si hablamos de las micro y pequeñas empresas que representan el 90 por ciento del total de las empresas y en donde más de la mitad son informales porque se formaron como una estrategia de subsistencia. Volviendo

a nuestra pregunta inicial, ¿Cuál será el impacto de los incrementos totales en los costos laborales? En aras de simplificar se vislumbran dos efectos:

Si las empresas medianas y grandes, así como tecnológicas (sin importar su tamaño) venden productos cuya demanda es inelástica, es decir, es un producto necesario como el huevo o la leche, los costos se trasladan a los consumidores provocando inflación. Si las mismas empresas venden productos que no son tan necesarios, no pueden trasladar los costos al precio final, como, por ejemplo, electrónicos. Sus ventas van a disminuir, por lo que se verán en la necesidad de recortar personal, provocando desempleo. Además, en ambos casos las empresas sustituirán trabajo por capital.

Si las empresas son micro y pequeñas tanto formales como informales, generalmente son intensivas en mano de obra, por lo que, los incrementos les pegan fuertemente. Habrá empresas que pasarán de la formalidad a la informalidad, disminuyendo con ello prestaciones, y otras desaparecerán o dejarán de operar, provocando desempleo.

Dice una frase famosa “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”. Los incrementos salariales se presentan en condiciones macroeconómicas nacionales e internacionales muy complicadas y con presiones inflacionarias debido al shock de oferta por la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania. Habrá que ver qué efectos tienen estas medidas.

Los incrementos en el salario deben ser el resultado de un crecimiento en la productividad y eso se logra solamente con un personal calificado con mayor educación o años de escolaridad y una mayor cantidad de habilidades. Los más afectados de estas medidas serán como siempre, la mano de obra no calificada y los jóvenes que además de carecer de experiencia, las empresas se mostrarán más reacias a contratarlos por los costos laborales. Existen dos Méxicos, uno desarrollado competitivo, productivo y exportador y otro rezagado de subsistencia, informalidad, desempleo y pobreza.

En las Instituciones de Educación Superior tendremos que acelerar el paso, para que además de darles una formación integral a nuestros estudiantes, nos aseguremos de que estamos dotando a nuestros egresados de la preparación y las herramientas para tengan las competencias que demanda la cuarta revolución industrial intensiva en conocimiento. Esto es el único camino viable de corto, mediano y largo plazo para mejorar la productividad y con ello, los salarios, como ya demostraron países que salieron del subdesarrollo: Chile, Corea del Sur, China. La competitividad y productividad no se logran por decreto, se tiene que invertir en salud, educación e infraestructura. Efectivamente: “El camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”.

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